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Ciudad del Vaticano (Martes, 10-09-2013, Gaudium Press) La esperanza es algo bien diverso del optimismo y no se puede confundir uno con el otro. Inspirándose en la carta de San Pablo a los Colosenses, fue esta la lección que el Papa Francisco transmitió en la homilía que hizo ayer en la Capilla de la Casa Santa Marta, en el Vaticano.
Según el Papa, la esperanza no es la virtud del buen humor: «la esperanza es otra cosa, no es optimismo. La esperanza es un don, es un regalo del Espíritu Santo. Pablo dirá que es uno que ‘jamás decepciona’. La esperanza jamás decepciona, ¿por qué? Porque es un don que el Espíritu Santo nos dio. Y Pablo nos dice que la esperanza tiene nombre: Jesús. No podemos decir ‘Tengo esperanza en la vida, en Dios’. Si no decimos ‘Tengo esperanza en Jesucristo, persona viva, que ahora vive en la Eucaristía, que está presente en su Palabra’, no es esperanza; es buen humor y optimismo», dijo el Santo Padre.
Comentando el evangelio del día, el Pontífice afirmó: «Jesús, la esperanza. Rehace todo. Es un milagro constante. No solamente hizo milagros de curas, tantas cosas…eran solamente señales, señales de aquello que está haciendo ahora, en la Iglesia. El milagro de rehacer todo: lo que hace en la mía, en la tuya y en nuestra vida. Rehacer. Y lo que él rehace es justamente el motivo de nuestra esperanza. Y esta esperanza no decepciona porque Él es fiel».
Al final de la homilía, el Papa Francisco hizo una oración: «El Señor que es la esperanza de la gloria, que es el centro, que es la totalidad, nos ayude en esta dirección: dar esperanza, tener pasión por la esperanza. Y, como dijo, no siempre es optimismo, pero fue lo que Nuestra Señora tuvo en el momento de las tinieblas: en la noche de viernes hasta la mañana del domingo. Aquella esperanza; y ella la tenía. Y aquella esperanza rehízo todo. Que el Señor nos dé esta gracia». (JSG)
Con informaciones de la Radio Vaticana.
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