Santa Fe de la Vera Cruz (Martes, 10-09-2013,Gaudium Press) «Si alguien viene a mí, pero no se desapega de su padre y su madre, su mujer y sus hijos, sus hermanos y sus hermanas y hasta de su propia vida, no puede ser mi discípulo. Quien no carga su cruz y no camina atrás de mí, no puede ser mi discípulo.» (Lc 14, 26-27)
Reflexionando el Evangelio de San Lucas de este último domingo 8, Monseñor José María Arancedo, Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, Argentina, recordó que Jesús nos propone seguirlo como sus discípulos, «no siguiendo una doctrina, sino, yendo al encuentro con Él».
El prelado destacó también que «el tema del encuentro con Jesucristo ocupa un lugar central en Aparecida [5ta. Conferencia General del Episcopado Latinoamericano -2007]. Esta es la verdadera clave para entender su significado profundo. El llamado para seguir a Jesús no presenta una novedad».
«Jesús lo invita a encontrarlo, porque es la fuente de la vida, y solo Él tiene palabras de vida eterna», resaltó.
Monseñor José María Arancedo también argumentó que «el discípulo comprende que para tener un relacionamiento íntimo con Jesús, es preciso compartir su vida con Él, que es la vida de Dios, llevando su estilo de vida y su propia misión en el mundo», siendo que «el discípulo es, necesariamente, un misionero».
«Jesús quiere que sus discípulos sean ligados a Él como un amigo y hermano. Él quiere participar de su propia vida, que es la vida de su Padre, en los miembros de la familia. Para comprender eso, es preciso hacer un diálogo con Él y tomar la estrada hasta llegar a la madurez de un discípulo misionero».
«Eso significa que debemos dejarnos ser atraídos por Él, sin tener miedo de dejarlo ser nuestro centro. La perfección cristiana es capaz de decir como San Pablo: ‘yo ya no vivo, sino es Cristo quien vive en mí’. Ser cristiano, por tanto, es no seguir una doctrina, sino parte de una vida», concluyó. (LMI)
Con informaciones AICA.
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