Ciudad del Vaticano (Viernes, 13-09-2013, Gaudium Press) Durante la homilía en la Misa celebrada ayer, en la Capilla de la Casa Santa Marta, en el Vaticano, el Santo Padre mostró que son dos los ejemplos que los cristianos deben observar, admirar y seguir para poder vivir plenamente los consejos evangélicos: «La humanidad sufridora» de Jesús y la «dulzura» de María.
El Papa recordó que la fiesta del Santísimo Nombre de María, que la Iglesia celebra como el «Santo Nombre de María», antes era designado como el «dulce Nombre de María». La titulación de la fiesta fue cambiada, sin embargo, la dulzura del nombre de María permanece. Uniendo esa fiesta celebrada ayer a las palabras del evangelio propuesto por la liturgia (Lucas 6, 27-38), el Pontífice afirmó:
«Precisamos de la dulzura hoy de Nuestra Señora para entender esas cosas que Jesús nos pide, ¿no? Porque es una lista que no es fácil de vivir. Amar a los enemigos, hacer el bien, hacer sin esperar nada a cambio, ofrecer la otra mejilla… cosas fuertes que, a su modo, fueron vividas por Nuestra Señora… es la gracia de la humildad y la mansedumbre».
Sobre el trecho del Evangelio de ayer el Papa resaltó que él es «exigente» y pide actitudes «fuertes»: capacidad de perdonar, magnanimidad, amor por los enemigos… Y, para conseguir practicar esos consejos, solo existe un modo que es el de vivir en la contemplación de la Pasión, de la humanidad de Jesús, e imitar el comportamiento de su Madre. Y para eso el Santo Padre mostró que no basta apenas un esfuerzo personal, es imprescindible la acción de la gracia.
Así dijo el Papa: «Pensar en Jesús. ¡Solo eso! Si nuestro corazón, nuestra mente está con Jesús, el triunfador, aquel que venció la muerte, el pecado, el demonio, todo, podemos hacer lo que él nos pide. Pero si no miramos hacia Él, si no estamos con Él, nada podemos. Es una gracia: la gracia que viene de la contemplación de Jesús».
La Pasión de Cristo y la Humanidad sufridora de Nuestro Señor son los aspectos fundamentales que el Santo Padre resaltó para las cuales debe dirigirse la contemplación del cristiano: «Pensar en su silencio humilde: este será nuestro esfuerzo. Él hará todo el resto. Él hará todo lo que falta. No existe otro camino. Es el único. Para ser buenos cristianos, es preciso contemplar la humanidad de Jesús y la humanidad sufridora. Para perdonar, para no odiar al prójimo, para no chismosear contra el prójimo, contemplemos a Jesús sufridor. Vivamos nuestra vida con Cristo en Dios: este es el consejo que nos da el Apóstol Pablo. Es el consejo para tornarnos humildes, mansos, buenos, magnánimos y tiernos». (JSG)
Con informaciones de la Radio Vaticana.
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