Ciudad del Vaticano (Jueves, 03-10-2013, Gaudium Press) Después de dar una vuelta por la Plaza San Pedro en el papamóvil, el Santo padre dirigió una reflexión a los millares de peregrinos y fieles que se aglomeraban ayer delante de la Basílica de San Pedro, en esta mañana soleada de hoy.
Foto: Gustavo Kralj / Gaudium Press |
El Papa hizo una reflexión sobre «La Iglesia santa», tomando como ejemplo las relaciones familiares. «Cristo amó a la Iglesia y a sí mismo se entregó por ella. Para santificarla, purificándola con el lavado del agua, por la palabra; para presentar a sí mismo Iglesia gloriosa, sin mácula, ni arruga, ni cosa semejante, sino santa e irreprensible».
El Papa Francisco inició su catequesis preguntando:
«¿Cómo puede la Iglesia ser santa, si está hecha de seres humanos, de pecadores? ¡Vimos en la historia hombres, mujeres, sacerdotes, monjas, obispos, cardenales y hasta Papa pecadores! ¡Somos todos pecadores!».
La Iglesia es Santa, respondió él, porque procede de Dios, que es santo, le es fiel y no la abandona al poder de la muerte y del mal. Es santa porque Jesucristo está unido de modo indisoluble a ella; es santa porque es guiada por el Espíritu Santo que purifica, transforma y renueva. Y «la Iglesia está hecha de pecadores, como vemos todo día; mas somos llamados a dejarnos transformar, renovar, santificar por Dios», Ella «no es santa gracias a nuestros méritos, sino porque Dios la torna santa, es fruto del Espíritu Santo y de sus dones», continuó el Papa.
A la afirmación de que la Iglesia sea apenas para los puros, los totalmente coherentes, y que los otros deben ser alejados, el Santo Padre fue bien exhaustivo: «¡Esto no es verdad, es una herejía! La Iglesia, que es santa, no rechaza a los pecadores; al contrario, los acoge. Llama a todos a dejarse envolver por la misericordia, la ternura y el perdón del Padre, que da a todos la oportunidad de encontrarlo y caminar rumbo a la santidad».
El Papa recordó la parábola del hijo pródigo para sacar de ella una lección:
«Cuando usted tiene la fuerza de decir: quiero volver a casa, encontrará siempre la puerta abierta. Dios le espera siempre, le abraza y le besa, hace fiesta para usted. La Iglesia nos hace encontrar a Jesucristo en los sacramentos, especialmente en la Confesión y en la Eucaristía; nos comunica la Palabra de Dios, nos hace vivir en la caridad, en el amor de Dios por todos».
«¿Qué puedo hacer cuando me siento débil, frágil, pecador?», preguntó el Papa. Y él mismo respondió que Dios nos asegura que no debemos tener miedo de la santidad, de dejarnos amar y purificar por Él.
«La santidad -dijo él para concluir- no consiste en hacer cosas extraordinarias, sino en dejar a Dios actuar. Es el encuentro de nuestra debilidad con la fuerza de su gracia, es tener confianza en su acción que nos permite vivir en la caridad, hacer todo con alegría y humildad, para la gloria de Dios y el servicio al prójimo». (JSG)
Con informaciones de la Radio Vaticana.
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