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Asís (Sábado, 05-10-2013, Gaudium Press) «No tengan miedo de dar pasos definitivos, como el del matrimonio», exhortó el Papa Francisco a miles de jóvenes que se reunieron para su visita a Asís, durante la fiesta litúrgica de San Francisco, el pasado 04 de octubre. A pesar de que el encuentro tuvo lugar después de un día de intensa actividad, la invitación del Santo Padre presentó un auténtico desafío a la juventud actual.
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| El Santo Padre Francisco explicó a los jóvenes la seriedad de la vocación a la vida matrimonial y la confianza en Dios que se requiere para vivivrla. Foto: Centro Televisivo Vaticano. |
Sobre los temores que los jóvenes pueden sentir a la hora de casarse y comenzar una familia, Su Santidad Francisco recordó el testimonio de sus padres, abuelos y bisabuelos que no dudaron enfrentar esta responsabilidad a pesar de unas condiciones de pobreza mayores que las actuales, «en la certeza de que el Señor estaba con ellos, que la familia está bendecida por Dios con el sacramento del matrimonio y que es también bendecida la misión de traer al mundo a los hijos y educarlos», enseñó el Pontífice.
A través de la fe, las familias descubrieron y vivieron su vocación. «Con estas certezas superaron las pruebas más duras», afirmó el Santo Padre. «Eran certezas simples, pero reales, construían los pilares que sostenían su amor. Su vida no fue fácil, tenían problemas, muchos problemas. Pero estas certezas simples les ayudaban a seguir hacia adelante. Y han conseguido formar una bonita familia, dar vida y criar a sus hijos».
Vivir la vocación
El Papa Francisco recordó a los jóvenes que el matrimonio es una vocación que debe ser vivida seriamente. Este sacramento «es una vocación real, como lo son el sacerdocio y la vida religiosa», expuso. «Dos cristianos que se casan han reconocido en su historia de amor el llamado del Señor, la vocación a formar una sola carne, una vida de los dos, hombre y mujer». Ante este llamado el mundo presenta obstáculos y dificultades, «privilegiando los derechos individuales antes que la familia» y fomentando la idea de que la relación sólo debe durar mientra no existan dificultades.
El Santo Padre también recordó a los jóvenes la vocación al «celibato o virginidad por el Reino de los Cielos», que constituye otra vocación y que fue precisamente «la vocación que Jesús mismo vivió». Sobre este tema destacó que la vida consagrada a Dios que renuncia a la posibilidad de un matrimonio y tener hijos «no es un «no», es un «sí», es una respuesta total al llamado de Dios». El tema de la vocación fue cerrado por el Papa con la recomendación de discernir la propia vocación a través de una vida de frecuente oración. «Tener esta relación familiar con Dios es como mantener la ventana de nuestra vida abierta de manera que su voz se haga escuchar», expresó.
Evangelio y testimonio transforman el mundo
El Pontífice también enseñó que el Evangelio no sólo está relacionado con la religión, sino que se aplica a todas las dimensiones de la persona humana, la sociedad y el mundo. La evangelización hace que las personas se den cuenta de que necesitan la salvación de Dios y les permite enfrentar los poderes del mal y del pecado. «El mal no es invencible, y los cristianos no se rinden ante el rostro del mal», exhortó. «Dios es más grande que el mal. Dios es amor infinito, misericordia sin límite, y este amor derrotó el mal en su raíz en la muerte y resurrección de Cristo».
El Santo Padre propuso el ejemplo de San Francisco de Asís, quien con la fuerza del Evangelio consiguió transformar su vida y cambiar el mundo en el cual vivía. «Llevar el Evangelio con el testimonio de nuestras vidas transforma el mundo», concluyó.
Con información de News.va y CNS.
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