Asís (Lunes, 07-10-2013, Gaudium Press) En la visita que realizó a Asís, en este cuatro de octubre, Fiesta de San Francisco, el Papa celebró una Santa Misa en la Plaza que queda delante de la Basílica de San Francisco.
Cruz de San Damián |
La Plaza, también llamada «de San Francisco», estaba repleta: Millares de Fieles entusiasmados participan de los eventos realizados en la ciudad cuna de los franciscanos.
El Santo Padre celebró la Santa Misa en altar montado en la Plaza, saludando a todos, al inicio de su homilía, con el «¡Pax et Bonum!», de San Francisco.
En seguida, en pocas palabras, mostró la opción hecha por San Francisco: imitar a Cristo y hacerse pobre para enriquecernos por medio de su pobreza.
Dando proseguimiento a su homilía, el Santo Padre trató del testimonio dejado por el «Pobrecito de Asís». Un testimonio no hecho de palabras, sino con la vida, con su modo de ser.
El Papa destacó que el camino de San Francisco para llegar a Cristo nació de la mirada de Jesús en la cruz: «El santo se dejó mirar por Él en el momento en que dio la vida por nosotros y nos atrajo a Él. En aquel instante, Jesús no tenía los ojos cerrados, sino bien abiertos: una mirada que le habló al corazón».
«Quien se deja mirar por Jesús crucificado queda recreado, se torna una nueva criatura. Y de ahí todo comienza: es la experiencia de la Gracia que transforma, de ser amados sin mérito alguno, hasta siendo pecadores», continuó el Papa.
El segundo testimonio dejado por San Francisco es que «quien sigue a Cristo, recibe la verdadera paz, la paz que solo Él, y no el mundo, nos puede dar.
«La paz franciscana no es un sentimiento meloso, no es una especie de armonía panteísta con las energías del cosmos… Tampoco esto es franciscano, sino una idea que algunos se formaron. La paz de San Francisco es la de Cristo, es la de quien asume su mandamiento: Amaos unos a los otros, como Yo os amé. Y este yugo no se puede llevar con arrogancia, presunción, orgullo, sino apenas con mansedumbre y humildad de corazón», advirtió el Pontífice, pidiendo a San Francisco que nos enseñe a ser «instrumentos de la paz»».
El Pontífice resaltó también que la herencia dejada por el Santo de Asís fue el testimonio de respeto por todo lo que Dios creó y que el hombre es llamado a guardar y proteger, además del respeto y amor por todo el ser humano, por toda la creación y su armonía.
Antes de concluir, el Papa recordó que San Francisco es el Patrono de Italia, pidiendo oraciones por la nación Italiana.
El Pontífice en su homilía habló de la creación y de la paz: «Dios creó el mundo para que sea lugar de crecimiento en armonía y paz. De aquí, de esta Ciudad de Paz, repito con la fuerza y la mansedumbre del amor: ¡respetemos la Creación, no seamos instrumentos de destrucción! Respetemos todo el ser humano: cesen los conflictos armados que ensangrientan la tierra, se callen las armas y que, por todas partes, el odio dé lugar al amor, la ofensa al perdón y la discordia a la unión. Oigamos el grito de los que lloran, sufren y mueren por causa de la violencia, del terrorismo o de la guerra en Tierra Santa, tan amada por San Francisco, en Siria, en todo el Oriente Medio, en el mundo».
La última ceremonia de esta mañana fue la tradicional ofrenda del aceite para la lámpara votiva, que este año estará bajo la responsabilidad de la Región de Umbría. (JSG)
Con informaciones de la Radio Vaticana.
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