Ciudad del Vaticano (Martes, 08-10-2013, Gaudium Press) Durante la Oración del Ángelus en este domingo, el Papa Francisco agradeció a Dios por la peregrinación que acababa de realizar a Asís.
Foto: Gustavo Kralj / Gaudium Press |
El Ángelus fue rezado desde la ventana de los aposentos papales con la Plaza San Pedro repleta de peregrinos que acompañaron la oración mariana y oyeron las palabras del Papa en la catequesis.
El Santo Padre inició sus palabras citando al Santo Evangelio del día: «En aquel tiempo, los apóstoles dijeron al Señor: Aumenta nuestra fe».
«También nosotros como los apóstoles tenemos que pedir al Señor que aumente nuestra fe pequeña y frágil», comentó el Papa, para luego recomendar que los presentes repitiesen con él: «Señor aumenta nuestra fe».
El Papa preguntó cuál fue la respuesta al pedido de los apóstoles y respondió él mismo: «Si ustedes tuviesen fe del tamaño de una semilla de mostaza, podrían decir a este moral: Arránquese de ahí, y plántese en el mar. Y él les obedecería. La semilla de mostaza es muy pequeña, pero Jesús dijo que basta tener una fe pequeña, entretanto verdadera y sincera para realizar las cosas humanamente imposibles e impensables».
Y continuó afirmando que «¡todos nosotros conocemos personas simples, humildes, pero con una fe fuertísima, que realmente mueve montañas! Pensemos, por ejemplo, en algunas madres y padres que enfrentan situaciones muy difíciles o en los enfermos hasta incluso terminales que transmiten serenidad a aquellos que van a visitarlos. Esas personas, por causa de su fe, no se vanaglorian de lo que hacen, es más, como dice Jesús en el Evangelio, ellas dicen: Somos siervos inútiles. Hicimos lo que debíamos hacer».
Mes de las misiones y la oración
Todavía durante la oración mariana del Ángelus, el Santo Padre habló sobre el mes misionero:
«En este mes de octubre, especialmente dedicado a las misiones, pensemos en los misioneros, hombres y mujeres que para anunciar el Evangelio superaron obstáculos de todos los tipos, dieron realmente la vida, como San Pablo dice a Timoteo: ‘No se avergüence, por tanto, de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, su prisionero; al contrario, con la fuerza de Dios, sufre conmigo por el Evangelio».
«Cada uno de nosotros, dijo el Papa, en la propia vida cotidiana debe testimoniar a Cristo con la fuerza de Dios, la fuerza de la fe. Ser cristianos con la vida, con nuestro testimonio».
«¿De dónde obtenemos esa fuerza? De Dios en la oración.
La oración, explicó el Santo Padre, es el respiro de la fe: en una relación de confianza, en un relacionamiento de amor, no puede faltar el diálogo y la oración es el diálogo del alma con Dios. Octubre es también el mes del Rosario, y en este primer domingo es tradición recitar la Súplica a Nuestra Señora de Pompeya, Beata Virgen María del Santo Rosario. Unámonos espiritualmente a este acto de confianza en nuestra Madre y recibamos de sus manos el Rosario. El Rosario es una escuela de oración, el Rosario es una escuela de fe».
Beato Rolando Rivi
Después de la oración mariana del Ángelus, Francisco recordó al seminarista italiano Beato Rolando Rivi, beatificado en este último sábado, en Modena. Rolando Rivi fue muerto en 1945, por odio a la fe. Él tenía apenas 14 años.
¿Qué mal practicó? ¿Cuál fue su culpa? ¡El mal que practicó, la culpa que tuvo fue de usar una sotana! Su muerte fue fruto de una violencia desencadenada contra el clero, que, en la ocasión, condenaba, en nombre de Dios, las masacres ocurridas inmediatamente después de la segunda guerra mundial.
El Papa además resaltó de la vida del nuevo Beato que «¡Su fe en Jesús venció el espíritu del mundo! Agradecemos a Dios por este joven mártir, testigo heroico del Evangelio. Cuántos jóvenes de 14 años, hoy, tienen delante de sí este ejemplo: un joven corajudo, que sabía para dónde ir, conocía el amor de Jesús en su corazón y dio su vida por Él. Un ejemplo bonito para los jóvenes».
Lampedusa
El Santo Padre además se refirió a las víctimas del naufragio en la isla de Lampedusa, sur de Italia, en el último jueves, cuando decenas de inmigrantes perdieron la vida. Él pidió un momento de oración silenciosa por los hombres, mujeres y niños víctimas de la tragedia, diciendo: «Dejemos a nuestro corazón llorar. Recemos en silencio». (JSG)
Con informaciones de la Radio Vaticana.
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