San Pablo (Jueves, 10-10-2013, Gaudium Press) Como destacó el Arzobispo de San Pablo, el Cardenal Odilo Pedro Scherer, luego al inicio de su más reciente artículo, «estamos en pleno mes de octubre, ‘mes de las misiones’ para la Iglesia», donde las iniciativas venidas de todas partes «nos recuerdan que somos un pueblo misionero, llamado a vivir ‘en estado permanente de misión’ «.
Mons. Odilo explica que el Papa Francisco, al final de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), en Río de Janeiro, envió a los jóvenes para ser «misioneros del Evangelio en medio del mundo».
«El cristiano, discípulo de Jesucristo, no puede perder de vista el mandato misionero hecho por Jesús en el origen de la Iglesia: ‘Id, predicad el Evangelio a toda criatura’ (Mc 16,15). Esa orden de Cristo no cesó de valer, ni puede ser ignorada: somos un ‘pueblo en misión’. Tenemos una buena noticia para anunciar a todos; muchos todavía no la conocen y también tienen el derecho de alegrarse con la ‘Buena Nueva de la salvación’ «, comentó el Arzobispo.
El prelado afirma que la vida del cristiano es una constante respuesta al «id», pronunciado por Jesús. «El Papa alentó a los jóvenes: ‘¡Id, sin miedo!’ Sí, a pesar del mensaje ser bello y de gran esperanza, él es también desafiante y llama a la conversión».
Para el Arzobispo, el miedo puede tomar la forma de respeto humano, tendiendo a la acomodación o el desánimo. «La vida cristiana sin brillo y ardor es como hoguera apagada, que no atrae ni comunica más calor; peor que eso, tiende a convertirse apenas en ceniza… La Iglesia misionera precisa recobrar el ardor de la Fe y la llama de la esperanza».
Todavía en su artículo, el Cardenal Odilo dijo que el «miedo» nos lleva a despreciar y ocultar el don recibido por Dios, de la misma forma que el «siervo malo y perezoso» del Evangelio hizo, «al responder a su señor que le pedía cuentas de la moneda prestada», alegando: «Tuve miedo del señor y escondí en la tierra el talento que me confiaste» (Mt 25, 25-26).
«El anuncio del Evangelio del Reino de Dios es un gran servicio prestado al prójimo, ya sea considerado individualmente, ya sea comunitariamente. El anuncio claro del Evangelio es un servicio inestimable a los otros; quien enciende una luz e ilumina el camino de la sociedad con la sabiduría de la Palabra de Dios está ofreciendo la cosa más importante del mundo».
Finalizando, el Cardenal recuerda que, en este mes misionero, recordamos a Nuestra Señora del Rosario, y aprendemos con ella a colocarnos al servicio de todos.
«Ella, sin miedo, dijo: ‘Heme aquí, yo soy la sierva del Señor’ (Lc 1,38). En su disposición para acoger, sin miedo, la invitación para servir a Dios y a la humanidad, ella dio al mundo el Salvador… ¡Nuestra Señora interceda por la Iglesia misionera!», concluyó. (LMI)
Con informaciones de la Arquidiócesis de San Pablo
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