Ciudad del Vaticano (Martes, 15-10-2013, Gaudium Press) La celebración mariana realizada el sábado 12, reunió millares de peregrinos en la Plaza San Pedro, en el Vaticano.
Los fieles que llenaban la Plaza rezaban, mientras aguardaban la llegada de la Imagen de Nuestra Señora del Rosario de Fátima que venía del Santuario de Fátima, en Portugal.
A las 16:00 horas locales, después de aterrizar en el helipuerto del Vaticano, la Imagen, escoltada por la Guardia Suiza y por gendarmes del Vaticano, fue conducida en una peregrinación que recorrió todos los sectores de la Plaza de San Pedro y también del adro de la Basílica.
Fue también ahí, en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco recibió la venerable Imagen.
Lo que estaba siendo realizado era parte del primer encuentro del Año de la Fe dedicado a Nuestra Señora y fue en esta ocasión que el Pontífice hizo una reflexión en la cual meditó sobre «La Fe de María».
El Santo Padre afirmó que la Imagen venida de la Virgen de Fátima nos ayuda a sentir su presencia en medio de nosotros, y, luego, preguntó: «¿Cómo fue la fe de María?». Para en seguida indicar tres puntos para la reflexión:
El primer elemento ofrecido por el Papa fue inspirado en la Constitución Dogmática Lumen Gentium, del Concilio Vaticano II. Ella afirma que la fe de María desata el nudo del pecado y de la desobediencia, el nudo de la incredulidad de Eva.
Comparando con nuestro relacionamiento con Dios, el Papa dijo que cuando no lo oímos, no seguimos Su voluntad y actuamos demostrando falta de confianza en el Señor: se forma dentro de nosotros una especie de nudo. «Estos nudos son peligrosos, porque de varios nudos puede resultar un enmarañado que se va tornando cada vez más difícil de desatar», advirtió.
Recordando que María, con su «sí», abrió la puerta a Dios para desatar el nudo de la desobediencia antigua, el Santo Padre estimuló la esperanza: «¡Pero, para la misericordia de Dios, nada es imposible!» y continuó recordando que es la madre que nos lleva a Dios para que Él desate los nudos de nuestra alma con su misericordia de Padre. Y además estimuló un examen personal: «Podemos interrogarnos: ¿Cuáles son los nudos que existen en mi vida? Para cambiar, ¿pido a María que me ayude a tener confianza en la misericordia de Dios?»
A seguir el Papa Francisco trató en su reflexión de aquello que él ofreció como segundo elemento para la meditación: «La fe de María da carne humana a Jesús». Qué significa esto, preguntó y luego respondió que significa que Dios no quiso hacerse hombre, ignorando nuestra libertad, quiso pasar a través del libre consentimiento de María, de su «sí».
«A nivel espiritual, explicó el Santo Padre, esto sucede también en nosotros, cuando acogemos la Palabra de Dios con un corazón bueno y sincero, y la ponemos en práctica. Dios viene a habitar en nosotros, porque hace morada en aquellos que lo aman y observan su Palabra». Y, luego levantó otra cuestión que serviría de examen para cada uno: «¿Estamos conscientes de esto?».
«La fe de María como camino». Este fue el último de los tres puntos que el Papa quiso sugerir para la reflexión. Para el Papa Francisco «Progresar en la fe es seguir a Jesús; oírlo y dejarse guiar por sus palabras; ver cómo Él se comporta y poner los pies en sus huellas, tener los propios sentimientos y actitudes de Él: humildad, misericordia, solidaridad, pero también firme rechazo de la hipocresía, del fingimiento, de la idolatría».
«El camino de Jesús es el del amor fiel hasta el fin, hasta el sacrificio de la vida: es el camino de la cruz», dijo el Pontífice al concluir la meditación recordando que la noche de Sábado Santo, cuando María pasó en vigilia: «Cuando le llegó la noticia de que el sepulcro estaba vacío, en su corazón se alastró la alegría de la fe, la fe cristiana en la muerte y resurrección de Jesucristo. Este es el punto culminante del camino de la fe de María y de toda la Iglesia».
Y el Papa Francisco, una vez más estimuló un examen personal de las actitudes que cada uno toma. Él preguntó, antes de hacer una última invocación a la Virgen:
«¿Cómo está nuestra fe? ¿Nosotros, como María, la mantenemos encendida incluso en los momentos difíciles, de oscuridad? ¿Tengo la alegría de la fe?».
«Esta noche, oh María, nosotros Te agradecemos por tu fe y renovamos nuestra entrega a Ti, Madre de nuestra fe». (JSG)
Con informaciones de la Radio Vaticana.
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