Mosul (Viernes, 08-11-2013, Gaudium Press) El Arzobispo de Mosul, Mons. Emil Shimoun Nona, redactó una carta a los católicos en Occidente en la cual relata su impactante experiencia como prelado en una región gravemente afectada por la violencia y la intolerancia hacia los cristianos. En su llamado a los fieles que viven en países con mejores condiciones de libertad religiosa, Mons. Emil Shimoun pidió que los católicos ofrezcan un mayor testimonio de fuerza, alegría y fidelidad al evangelio. El mensaje fue divulgado por la organización Ayuda a la Iglesia Necesitada el pasado 29 de octubre.
Mons. Emil Shimoun Nona, Arzobispo de Mosul. |
«En 2010, cuando fue designado como Obispo de Mosul, sabía que llegaría a una ciudad que enfrentaba una situación extremadamente crítica con respecto a la seguridad», relató Mons Emil Shimoun. «La violencia brutal tomó la vida de un sacerdote, así como la de un Obispo, mi predecesor», describió. El Obispo llegó a la ciudad en enero 16 de 2010 y fue recibido con una nueva oleada de ataques en la cual se registraron nuevos asesinatos de forma cotidiana. Muchos fieles huyeron a otras poblaciones o buscaron refugio en los monasterios.
Dar testimonio en medio de la persecución
Los cristianos fueron retornando paulatinamente a la Diócesis, pero el prelado se preguntaba cómo podría servir adecuadamente a estos fieles. «¿Qué puede hacer uno por aquellos que están viviendo la difícil vida de la persecución?», se interrogaba. «Encontré la respuesta en el lema de mi episcopado: Esperanza. Durante un tiempo de crisis y persecución debemos mantenernos llenos de esperanza». Por este motivo decidió quedarse en la ciudad, para transmitir la esperanza a quienes se atrevieron a continuar su vida en el lugar.
«Quedarse con los fieles en esperanza es un inicio crucial, pero no es suficiente», recordó Mons. Emil Shimoun. Entonces pudo descubrir el significado de la estrecha relación descrita por San Pablo entre la esperanza, el amor y la fe. «Me di cuenta de que, sobre todo ante el sufrimiento y la persecución, un verdadero conocimiento de nuestra propia fe y la causa de nuestra persecución es de importancia fundamental».
Mons. Faraj Rahho, Arzobispo de Mosul, quien fue secuestrado y asesinado en 2008. |
El Arzobispo refirió que el riesgo de muerte, latente para todos los cristianos en la región, hace tangible la necesidad de vivir bien, adecuadamente preparado para morir, de forma constante y plena. «Mi objetivo en todo esto: reforzar el hecho de que la fe cristiana no es una teoría racional y abstracta, lejana de la vida diaria real, sino una forma de descubrir su verdadero significado, su más alta expresión como lo fue revelado por la Encarnación».
Esta motivación espiritual trasciende las dificultades. «Cuando el individuo descubre esta posibilidad, podrá estar dispuesto a soportar absolutamente todo y hará todo para proteger este descubrimiento, incluso si esto significa morir por su causa», manifestó el prelado.
El llamado a los católicos en libertad
Mons. Emil Shimoun comentó que muchas personas en Occidente, quienes no padecen la amenaza de la persecución violenta, le han preguntado qué pueden hacer para mejorar la situación de los cristianos perseguidos. Su respuesta trasciende la ayuda material que muchos esperarían que el prelado hubiera solicitado. «Primero que todo, cualquiera que desee hacer algo por nosotros debería hacer un esfuerzo por vivir su fe de una manera profunda, abrazando la vida de fe en la práctica diaria», exhortó el Arzobispo.
El testimonio público de la fe y la vida cristiana marcada por la alegría, la fuerza y la fidelidad constituyen el primer aporte de los cristianos en Occidente a los fieles perseguidos en otras regiones del mundo. |
«Para nosotros, el mayor regalo es saber que nuestra situación está ayudando a otros a vivir su fe con mayor fuerza, alegría y fidelidad», explicó el prelado. También explicó que estas tres características se deben expresar en la vida diaria, en la confianza de que la fe cristiana ofrece respuestas para las cuestiones fundamentales de la existencia y ayuda para enfrentar las pequeñas dificultades en el camino. «Saber que hay personas en este mundo que los perseguidas a causa de su fe debería ser una advertencia – para ustedes quienes viven en libertad – para ser mejores y más fuertes cristianos, una motivación para demostrar su fe cuando confronta las dificultades de su sociedad, y el reconocimiento de que ustedes tambien enfrentan un cierto grado de persecución a causa de su fe, incluso en Occidente», comentó.
Mons. Emil Shimoun explicó que los cristianos en Irak son víctimas de fundamentalistas de otras tierras que llegan al país para atacar a quienes consideran infieles (los cristianos) con el pretexto de ataques y persecución padecidos por miembros de sus movimientos en otros lugares. «Su reacción es matar a otros. Nuestra reacción a la persecución debe ser hacernos más amables, más unidos, más fuertes en mostrar al mundo la verdadera imagen de la vida, enseñada a nosotros por Jesucristo», afirmó, rechazando la tentación siempre presente de transformarse con el tiempo en persecutores también, si se permite dar espacio a la violencia.
Por este motivo, la respuesta a la persecución de los cristianos alrededor del mundo debe ser un mayor testimonio de fe por parte de todos los creyentes. «Ustedes en Occidente viven de una forma que los cristianos perseguidos no pueden», exhortó el Arzobispo: «ya que ellos no tienen libertad, ustedes deben vivir el verdadero sentido de la libertad; dado que ellos no pueden celebrar públicamente su fe, ustedes deben dar testimonio público de la fe en sus propias sociedades».
Alegría en medio de la prueba
«Sin embargo, estamos felices, porque tenemos la oportunidad de reflexionar en nuestra elección de ser cristianos», describió el Mons. Emil Shimoun. «Estamos felices porque tenemos la oportunidad de hacer concreta nuestra libertad, al defender con amor a quien nos ataca con rencor y odio». Este testimonio heroico de los cristianos es animado por la fe: «La persecución no nos puede hacer tristes y desesperados, porque creemos que la vida merece ser acogida en una forma perfecta, como Jesús nos lo mostró, incluso cuando la muerte nos mira a la cara y no nos queda más que un minuto en este mundo».
El Arzobispo concluyó recordando las palabras de San Pablo: «Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia» y afirmó que «donde quiera que hay persecución, allí también habrá la gracia de una fe fuerte, y en esto reside nuestra salvación».
Con información de Zenit.
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