Ciudad del Vaticano (Jueves, 21-11-2013, Gaudium Press) En la Audiencia General de este miércoles 20, millares de fieles presentes en la Plaza de San Pedro acompañaron el discurso del Papa Francisco sobre la remisión de los pecados, más específicamente sobre el llamado «poder de las llaves», símbolo bíblico de la misión encomendada por Jesús al Papa.
Iniciando su catequesis semanal, el Santo Padre recordó que el verdadero protagonista de la remisión de los pecados es el Espíritu Santo. Cuando Jessús apareció a los Apóstoles en el cenáculo, Él sopló sobre ellos diciendo «reciban al Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan (Jn 20:22 -23)», mostrando la trasmisión de la vida, regenerada por el perdón.
«El Espíritu Santo nos trae el perdón de Dios ‘pasando por’ las llagas de Jesús», dijo el Santo Padre.
Según el Papa, «Jesús da el poder [de perdonar los pecados]. La Iglesia es depositaria del poder de las llaves», pues «Dios perdona a cada hombre en su misericordia soberana, pero Él mismo quiso que los que pertenezcan a Cristo y a su Iglesia, reciban el perdón a través de los ministros de la Comunidad».
A través del ministerio apostólico, explicó el Santo Padre, la misericordia de Dios llega hasta nosotros y nos perdona de nuestras culpas, proporcionando la alegría.
El Pontífice aún resaltó: «La Iglesia no es la dueña del poder de las llaves: no es dueña, sino que es sierva del ministerio de misericordia y se alegra siempre que puede ofrecer este regalo divino. Muchas personas, quizá no entienden la dimensión eclesial del perdón, porque domina siempre el individualismo, el subjetivismo, y también nosotros cristianos sufrimos esto. Por supuesto, Dios perdona a todo pecador arrepentido».
El Papa Francisco no dejó de hablar en su discurso sobre la importancia del sacerdote como instrumento para la remisión de los pecados. De acuerdo con el Papa, el perdón de Dios que nos es dado por la Iglesia es trasmitido por el ministerio de nuestro hermano, el sacerdote, que así como nosotros, precisa de misericordia y se torna instrumento de la misma, donándonos el amor ilimitado de Dios.
«El servicio que presta el sacerdote como ministro, por parte de Dios, para perdonar los pecados, es muy delicado, es un servicio muy delicado y requiere que su corazón esté en paz; que el sacerdote tenga el corazón en paz, que no maltrate a los fieles, sino que sea apacible, benevolente y misericordioso; que sepa sembrar esperanza en los corazones y, sobre todo, que sea consciente de que el hermano o la hermana que se acerca al sacramento de la Reconciliación busca el perdón», destacó.
Al final de su catequesis, como es costumbre, el Santo Padre hizo una reflexión: «No debemos olvidarnos que Dios nunca se cansa de perdonarnos y que mediante el ministerio del sacerdote nos envuelve en un abrazo que nos regenera y nos ayuda a levantarnos y recomenzar un nuevo camino».
El Papa también recordó junto a los fieles a las víctimas de las inundaciones en la Isla de Cerdeña y pidió que hiciesen una oración silenciosa. (LMI)
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