Ciudad del Vaticano (Lunes, 02-12-2013, Gaudium Press) En el primer domingo de Adviento, durante el Ángelus dominical, el Papa Francisco usó la lectura del profeta Isaías del día para hablar de la meta de la humanidad: «Sucederá en días futuros que el templo del Señor será asentado en la cima de los montes y se alzará por encima de las colinas. Confluirán a él todas las naciones, y acudirán pueblos numerosos. Dirán: ‘Vengan, subamos al monte del Señor, al templo del Dios de Jacob, para que él nos enseñe sus caminos y nosotros sigamos sus senderos'». (2, 2-3).
Foto: Radio Vaticana |
«Esto es lo que dice Isaías sobre la meta hacia la que vamos -expresó el Pontífice. Es una peregrinación universal hacia una meta común, que en el Antiguo Testamento es Jerusalén, donde surge el templo del Señor, porque desde allí, de Jerusalén, ha venido la revelación del rostro de Dios y de su ley». Entretanto, para los cristianos hoy «la revelación ha encontrado en Jesucristo su cumplimiento, es el ‘templo del Señor’, Jesucristo. Él mismo se ha vuelto el templo, el Verbo hecho carne: es Él la guía y al mismo tiempo la meta de nuestra peregrinación, de la peregrinación de todo el Pueblo de Dios; y a su luz también los demás pueblos pueden caminar hacia el Reino de la justicia y hacia el Reino de la paz».
Siendo Cristo nuestra meta y la de toda la humanidad, en Él debemos colocar nuestra esperanza: «Apostemos a la esperanza. La esperanza de una paz. Y será posible. Este camino no ha concluido. Como en la vida de cada uno de nosotros siempre hay necesidad de volver a partir, de volver a levantarse, de volver a encontrar el sentido de la meta de la propia existencia, de la misma manera para la gran familia humana es necesario renovar siempre el horizonte común hacia el cual estamos encaminados. ¡El horizonte de la esperanza!».
Este tiempo de Adviento, que nos conduce a la celebración del nacimiento del Salvador, es por tanto el tiempo de la esperanza «¡Una esperanza que no decepciona sencillamente porque el Señor no decepciona jamás! Él es fiel, Él no decepciona. ¡Pensemos y sintamos esta belleza!». El Papa concluyó su meditación colocando a la Virgen como ejemplo de la esperanza cristiana.
Tras el rezo del Ángelus, el Papa Francisco recordó que ese día se realizaba la Jornada Mundial contra el Sida, e invitó a todos a rezar por los afectados y a que se les brinden los mejores de los cuidados.
Con información de Radio Vaticana
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