Santiago (Martes, 10-12-2013, Gaudium Press) Cerca de cuarenta mil peregrinos ascendieron hasta la cumbre del Cerro San Cristóbal, para celebrar a los pies de la imagen de la Santísima Virgen, la Solemnidad de la Inmaculada Concepción durante la jornada del domingo 8 de diciembre.
Desde temprano los devotos participaron con mucha fe y alegría de las diferentes eucaristías que se oficiaron durante la mañana y parte de la tarde. La Santa Misa del mediodía fue presidida por el Arzobispo de Santiago, monseñor Ricardo Ezzati y concelebrada por el padre Rodrigo Tupper, Vicario General y Moderador de la Curia.
«Aquí a los pies de la Virgen, le queremos decir a Ella que sea la madre de todos los que viven en Santiago, que desde este lugar de peregrinación y de espiritualidad, Ella acoja siempre a todos los peregrinos, que acoja con su mano materna los latidos de nuestro corazón, que pasen por su corazón de Madre, y que con la otra mano lo entregue a la bondad, a la misericordia de Dios», dijo al inicio de su homilía el obispo.
En este mismo sentido, agregó: «A la Virgen Inmaculada, Madre de nuestra Iglesia, de todo el pueblo de Santiago, le queremos encomendar el presente y futuro de nuestra ciudad, que ella nos enseñe a ser hermanos, a ser hijos de Dios y porque hijos de Dios, también hermanos que saben compartir, que saben de solidaridad, que saben tener siempre el corazón abierto para perdonar, para acoger y para construir el mundo nuevo que ha brotado en el seno de la Virgen, gracias a la acción del Espíritu Santo».
A ejemplo de María, construir una sociedad en base al servicio humilde a Dios
Comentando las lecturas del día, monseñor Ricardo Ezzati expresó que el texto del Génesis relata «cómo la soberbia humana, la insidia del demonio, introduce en el corazón del hombre y de la mujer aquella tentación de sentirse iguales o superiores a Dios: `si comen del árbol´, dice la serpiente, `serán como Dios´».
Así, continuó el obispo, «el pecado no solamente nos separa de Dios, el pecado siempre tiene la cualidad o el defecto grave de separarnos entre nosotros. El Diablo, que quiere decir `el tentador´, aquel que quiere separar, que quiere romper la comunión, está presente en esta primera escena como aquel que se presenta de una manera maravillosa engañando a la humanidad».
Frente a esta realidad el pastor preguntó a los presentes «¿no será que en esta sociedad nuestra, en esta cultura emergente, el deseo de ser dioses, de sustituir el amor de Dios con nuestro egoísmo, con nuestro ser dioses, con el dios que nos presenta el demonio, nos quita también la dignidad de estar revestidos del amor de Dios?».
Junto con esta imagen, el arzobispo destacó que texto bíblico también hace presente la profecía de Dios: «Una mujer te aplastará la cabeza», añadiendo que «el descendiente de esa mujer es el único que nos puede salvar, es la esperanza que se nos ofrece constantemente para alcanzar una vida personal y social de gozo, de plenitud y de esperanza».
Así, finalmente, «la nueva Eva, la nueva mujer, la nueva Madre de la humanidad, aquella que es obediente al proyecto de Dios, aquella que cree en la palabra de Dios, aquella que cree que de verdad el futuro personal y el de una sociedad solamente se puede construir diciéndole con humildad a Dios: `aquí estamos, aquí está la esclava del Señor, que se haga en mi según tu palabra».
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