Bogotá (Miércoles, 18-12-2013, Gaudium Press) Una bella jornada mariana tuvo lugar en la localidad de Ciudad Bolívar, al sur de la capital colombiana, en los sectores de Sierra Morena, Tres Esquinas, La Isla, además del de Cazucá que linda con Ciudad Bolívar. Todos ellos son zonas carentes de la ciudad.
En la sede de los Heraldos, reunidos en torno a la imagen de la Virgen, antes de partir a la Misión |
La Misión Mariana fue desarrollada por 40 cooperadores de los Heraldos del Evangelio, que se dividieron en dos grupos a los cuáles pusieron nombre y eslogan: Grupo ‘Nuestra Señora de Guadalupe’, cuyo eslogan era «Patrona de América, contágianos tu luz en ésta misión»; y el Grupo ‘Santidad Marial’, con el eslogan «Queremos la santidad y la santidad la reflejas Tú».
Ambos conjuntos expedicionarios hubieron de escalar montes y descender por quebradas empinadas. Los grupos iban precedidos por una imagen del Inmaculado Corazón de María y Oratorios de busto de la misma advocación mariana. A cada vivienda los integrantes de la Misión entraban entonando un cántico religioso, mientras el dueño de casa ceñía las sienes de la imagen con la Corona que simboliza la Realeza de la Virgen, tras lo cual se rezada por las intenciones de la familia. Pero Nuestra Señora y el Niño Dios también llevaban regalos materiales propios de estas épocas natalinas, que eran un mercado, juguetes para los niños, una Biblia y un rosario. La gratitud de los habitantes, con la Providencia y la Misión era manifiesta.
Una dueña de casa corona la imagen de la Virgen |
Una señora comentó: «Yo lo que le pido a la Virgen es mi salvación, lo demás es secundario». Otra dijo: «Recibir a católicos es raro, los que vienen con frecuencia son personas de otras religiones».
No faltaron incidentes menores. En varios puntos los misioneros Heraldos resbalaron en descensos enlodados, pero la caridad y el entusiasmo todo aliviaba, además de la alegría de llevar alivio al prójimo.
Alrededor de 140 mercados, más de 250 juguetes, y varias decenas de biblias y rosarios fueron distribuidos.
Un niño de 9 años que fue con su madre como misionero comentó: «Me gustó mucho y me siento bien de haber hecho el bien». Otra mamá, al final de la misión dijo: «¡Qué gran experiencia! El que vive para servir sirve para vivir».
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