Santiago (Jueves, 26-12-2013, Gaudium Press) Con mucha fe y alegría, una decena de fieles y familias completas repletaron los escaños de la Catedral Metropolitana para participar de la Misa de Navidad, que fue encabezada al medio día por el Arzobispo de Santiago, monseñor Ricardo Ezzati.
Al inicio de la solemnidad, la columna de seminaristas que acompañaban al celebrante se dirigió hasta el pesebre instalado a un costado del Altar Mayor, para adorar al Niño Dios nacido en el humilde pesebre de Belén. Durante varios minutos toda la Asamblea se hizo partícipe de este acto de silenciosa contemplación
«Que la gracia de la venida del Señor en la historia, llene el corazón de cada uno de una gran esperanza y un gran gozo», fueron las palabras de bienvenida del obispo, quien agregó que «la venida del Señor no es sólo un acontecimiento de la historia, sino que se realiza constantemente en la historia de cada hombre y de cada mujer. Dios interviene con misericordia y ternura en la vida personal y comunitaria, eso es motivo para saltar de gozo».
«Estamos llamados a caminar en el gozo»
En su homilía, monseñor Ezzati destacó a los asistentes que «la venida del Señor siempre llena el corazón de esperanza» y que «el dolor y las dificultades no dejan de serlo, pero adquieren una gran dimensión de esperanza. No estamos solos, el Señor ha venido a compartir nuestra existencia. Ha venido a caminar junto a nosotros. Ha venido a salvarnos».
En este mismo sentido, reiteró que «la presencia de Jesús nos invita a la esperanza. A no dejar que nuestro corazón quede aplastado por las dificultades» y afirmó que los cristianos estamos llamados a caminar en el gozo y no en la tristeza, «porque la palabra se ha hecho carne. Porque el Hijo de Dios se ha hecho hombre. Viene a sanar nuestra historia desde el corazón»
Al término de su intervención, el Pastor de Santiago llamó a los presentes, y a todo el Pueblo de Dios, a vivir conforme a la misión que Dios nos ha encomendado. «Vivimos en un mundo donde siempre ha estado presente la oscuridad, el pecado, la injusticia y el odio, pero estamos llamados a vivir en ese mundo no como espectadores, sino aportando a la realidad lo que Jesucristo nos ha traído: la paz, la comunión, el estilo de vida de familia, la solidaridad. En este mundo, en esta historia, en este Santiago de Chile, estamos llamados a ser constructores de esa civilización del amor que Él ha venido a inaugurar», finalizó.
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