Porto Alegre (Viernes, 27-12-2013, Gaudium Press) «El evento de la Navidad es una invitación vigorosa para ver al ser humano con ojos distintos». Con esa frase, Mons. Jaime Spengler, arzobispo de la arquidiócesis de Porto Alegre, en el estado de Río Grande del Sur, Brasil, inició su último artículo, resaltando que de hecho, el propio Dios se hace carne humana, se deja envolver por los paños de la fragilidad humana.
Según el prelado, en el medio de la noche, en la oscuridad iluminada solamente por una estrella, el Señor entra en el espacio y en el tiempo, en la historia. El arzobispo además recordó que era una noche de invierno; hacía frío; los padres no encontraron acogida donde pudiesen obtener lo necesario para que con seguridad y conforto se realizase el alumbramiento. Se habla, conforme Mons. Jaime, de un establo, de una pesebrera, donde buey y burro ofrecen el calor necesario para la Luz que brillaba en la noche.
Un deseo de vivir como niño
Imagen del Niño Jesús Iglesia del Santísimo Sacramento, Buenos Aires |
«¡La Navidad despierta en nosotros el deseo de paz, de protección y amor! Esto porque las celebraciones navideñas nos llevan a un tiempo en el cual también nosotros experimentamos la necesidad de paz, protección y amor. Esto habla de un deseo de vivir como niño; dice de la restitución de la oportunidad de todavía una vez, cada año, tornarnos como niños. Pues, en cada corazón humano está latente el deseo de vivir como niño, pues a cada niño se le quiere por el simple hecho de ser niño», completó.
Mons. Jaime también resaltó que la bondad que se manifiesta en la Navidad, dice de la posibilidad siempre latente de comprender incluso lo que, a veces, aparece como incomprensible; dice que la fragilidad y la contingencia no pueden ser despreciadas o renegadas; dice que la delicadeza y la ternura del evento son expresión de posibilidades nuevas; dice que toda expresión de vida está destinada a ser buena y a ser relegada o destruida; dice que somos y podemos ser seres humanos, incluso cuando la animalidad parece querer sobreponerse; dice que Dios asume lo incompleto, lo no enteramente formado, lo no todavía adulto.
Por último, el arzobispo enfatizó que sobre cada ser humano, sobre la existencia de cada persona brilla una estrella. Para él, cada ser humano está invitado a dar oídos a los Ángeles, a ver el mundo con ojos de ángeles. Cuanto a eso, el prelado destacó que los escépticos ciertamente argumentarían diciendo que el ser humano no puede dar atención a los ángeles, pues la vida es vana.
De acuerdo con Mons. Jaime, sabemos que existen expresiones de la vida humana, dimensiones de la existencia humana, que solamente vemos con los ojos del corazón, marcado por el ardiente deseo de sondear la tierra y el cielo.
«A partir de la Navidad, podemos percibir en todo lo que existe, algo de divino; algo que habla a cada persona humana como palabra de Dios, dirigida a cada uno, en su singularidad; palabra esta que jamás pasa», concluyó. (FB)
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