Lincoln (Martes, 31-12-2013, Gaudium Press) En Hasting, Nebraska, en los EE.UU., el Padre Joseph Faulkner está satisfecho con los resultados de su particular técnica de enseñanza del latín. Efectivamente, en el marco del curso «Lenguas Clásicas», de la Escuela Santa Cecilia de la ciudad, él enseña Latín, de una manera especial.
Es el segundo año en que da esta clase. Antiguamente ella se limitaba a investigar sobre etimologías y las raíces de las palabras en el Latín y el Griego, pero «el año pasado me di cuenta que usted tiene que entender esas ‘pequeñas cosas locas’ llamadas declinaciones para entender por qué el nombre [latino] para rey es ‘rex’, pero el adjetivo en inglés [real] es ‘regal’ «, dice el sacerdote.
Las declinaciones son las terminaciones de las palabras en el latín -terminaciones post-raíz, el sufijo añadido a la raíz de las palabras-, que indican cuál es el uso gramatical que esa palabra está cumpliendo en la frase. Siendo un elemento extraño a muchas lenguas, no es tan fácil de asimilar.
El método de enseñanza del Padre incluye órdenes sencillas en el salón de clase: Él señala, gesticula, hace que un muchacho lance una bola a otro, poco a poco agrega sencillas comprensiones de lectura, usando gráficos y frases en Inglés.
El método del P. Faulkner es pensado como una aproximación a ese tipo de intuición de la primera infancia, con la cuál los niños aprenden el lenguaje materno. Dice el sacerdote que así es como los niños aprenden el lenguaje: «Los niños adquieren primero los nombres [sustantivos]; entonces ellos comienzan a obtener posesión: ‘mi bola’; luego ‘mi hago (alguna cosa)’; y finalmente ‘yo hago (alguna cosa)’. Ellos adquieren eso poco a poco, y usted lentamente agrega más».
«Y yo generalmente no los corrijo en este punto. Nosotros no corregimos a los niños de tres años cuando ellos usan una gramática incorrecta, nosotros los aplaudimos por usar las palabras correctas, y eventualmente les damos algo de gramática», afirma.
Los resultados en los chicos están a la vista.
Ellos han comenzado a hacer árboles familiares, y a componer pequeñas oraciones en Latín, que expresan relaciones familiares. Ellos han aprendido no solo a traducir, sino a escuchar y a hablar, tal como hacen los niños. Ellos no van traduciendo palabra por palabra, sino que han ido adquiriendo el sentido de cada palabra en los contextos de las frases.
«El cerebro capta mejor un idioma cuando se habla, se lee y se escribe».
El prelado del cuál depende el Padre Faulkner, Mons. James Conley, obispo de Lincoln, no solo conoce la iniciativa sino que la quiere difundir. Para él, es muy clara la gran ventaja para la formación general de un joven, el que él tenga conocimiento del latín, y de esa manera.
«La educación se está convirtiendo en la memorización y está mecanizada… Las escuelas católicas pueden hacer participar la imaginación y la creatividad de los estudiantes».
«Las escuelas católicas pueden involucrar el alma. [La Escuela] Santa Cecilia está haciendo eso. Así son todas las escuelas católicas de nuestra diócesis. La educación católica ofrece visiones del mundo y oportunidades que no puedes encontrar en ningún otro lugar», dice Mons. Conley. El prelado también recuerda que el latín puede abrir la puerta a «las piedras angulares de la cultura occidental».
«He escuchado que a los niños les encanta ir a casa y presumir junto a sus mamás que pueden hablar latín -dice el P. Faulkner. Eso es bueno. Si usted está presumiendo de su Latín en casa, me siento bien acerca de esta clase». También él ha escuchado que los chicos envían ‘tuits’ en latín. Eso es un incentivo para continuar y perfeccionar su labor.
Con información del National Catholic Register
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