Ciudad del Vaticano (Lunes, 06-01-2014, Gaudium Press) La Solemnidad de la Epifanía del Señor fue celebrada por el Papa Francisco ayer en la Basílica vaticana.
El Santo Padre, en su homilía, recordó la expresión «Lumen requirunt lumine», de un himno litúrgico de la Epifanía referente a la experiencia de los Magos.
«La estrella surgida en el cielo enciende en sus mentes y en sus corazones una luz que los mueve en la búsqueda de la gran Luz de Cristo. Los Magos siguieron fielmente aquella luz que los penetró interiormente, y encontraron al Señor», contó.
Según el Pontífice, «en este recorrido de los Magos de Oriente está simbolizado el destino de cada hombre», pues «nuestra vida es un caminar, iluminado por las luces que iluminan la estrada para encontrar la plenitud de la verdad y del amor, que nosotros cristianos reconocemos en Jesús, Luz del mundo».
Y así, continuó, cada hombre, como los Magos, tienen a disposición dos grandes «libros» donde están las señales para orientarse en la peregrinación: el libro de la creación y el libro de las Sagradas Escrituras.
Luego, el Papa recordó el apelo de Dios a Jerusalén a través de la boca del Profeta Isaías: «¡Ponte en pie, resplandece!».
Jerusalén, explicó el Santo Padre, es llamada a ser ciudad de la luz, que refleja sobre el mundo la luz de Dios y ayuda a los hombres a caminar en sus caminos. Esta es la vocación y la misión del Pueblo de Dios en el mundo.
El Pontífice destacó también que el aspecto de la luz que nos guía en el camino de la Fe es también la Santa «astucia», la astucia espiritual que nos permite reconocer los peligros y evitarlos, de la misma forma como los sabios venidos de Oriente, que nos enseñan cómo no caer en las insidias de las tinieblas y defendernos de la oscuridad que busca envolver nuestra vida.
Continuando, es preciso acoger en nuestro corazón la luz de Dios y, al mismo tiempo, cultivar aquella elegancia espiritual que sabe aliar simplicidad y astucia, como pide Jesús a los discípulos: «Sean prudentes como las serpientes y simples como las palomas» (Mt 10, 16).
«Precisamos preservar la Fe en este tiempo, cuando es importante preservarla. No precisa contentarse con la apariencia o con la fachada. Precisa andar también, hacia Belén, allá donde, en la simplicidad de una casa de periferia, entre una madre y un padre llenos de amor y de Fe, resplandece el Sol venido de lo alto, el Rey del universo», concluyó el Papa. (LMI)
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