Porto Alegre (Miércoles, 08-01-2014, Gaudium Press) Mons. Jaime Spengler, arzobispo de Puerto Alegre, en el Estado de Río Grande del Sur, afirmó en su más reciente artículo, titulado «El umbral de un nuevo tiempo», que en el período de Navidad somos invitados a contemplar al ser humano con ojos distintos, pues, de hecho, el propio Dios se hace carne humana, se deja envolver por los paños de la fragilidad humana.
El prelado recuerda que en medio de la noche, en la oscuridad iluminada solamente por una estrella, el Señor entra en el espacio y en el tiempo, en la historia. Según el arzobispo, Jesús se hace visible en un rostro frágil de niño, y sus padres no encontraron acogida, donde pudiesen obtener lo necesario para con seguridad y conforto para el alumbramiento del Divino Intante.
Según Mons. Jaime, la Navidad despierta en nosotros el deseo de paz, de protección y amor, y esto porque las celebraciones navideñas nos llevan a un tiempo en el cual también nosotros experimentamos la necesidad de paz, protección y amor. «Esto habla de un deseo de vivir como niño; habla de la restitución de la oportunidad de todavía una vez, cada año, nos tornemos como niños. ¡Pues, en cada corazón humano está latente el deseo de vivir como niño, pues a cada niño se le quiere, por el simple hecho de ser niño! La naturaleza proveyó al ser humano con el lenguaje de la ‘criaturalidad’ que, bien entendida, nos lleva necesariamente a la bondad», completa.
Para el arzobispo, las celebraciones del Año Nuevo se encuentran en el contexto navideño, y por eso continuamos deseando a quien vamos encontrando votos de un buen, feliz, y bendecido año nuevo. Él además resalta que la bondad que se manifiesta en este período del año, dice de la posibilidad siempre latente de comprender incluso lo que, por veces, parece como incomprensible; dice que la fragilidad y la contingencia no pueden ser despreciadas o renegadas y dice que la delicadeza y la ternura del evento son expresión de posibilidades nuevas.
Además de eso, continúa el prelado, ¡dice que toda expresión de vida está destinada a ser buena y no para ser relegada o destruida; dice que somos y podemos ser seres humanos, incluso cuando la animalidad parece querer sobreponerse; dice que Dios asume lo incompleto, lo no enteramente formado, lo no todavía adulto; dice para que miremos el futuro con buenas expectativas, alegría y esperanza!
«Sobre cada ser humano, sobre la existencia de cada persona brilla una estrella. ¡Cada ser humano es invitado a dar oídos a los Ángeles, a ver el mundo con ojos de ángeles! ¡Los escépticos ciertamente argumentarían diciendo que el ser humano no puede dar atención a ángeles, pues la vida es vana! Y ellos tienen, de cierto modo, razón, si no fuese el hecho de ver las cosas solamente a la luz del día, orientados por un racionalismo exacerbado. Sabemos que existen dimensiones de la existencia humana, que solamente vemos con ‘los ojos del corazón’, marcado por el ardiente deseo de sondear la tierra y el cielo».
Por último, Mons. Jaime destaca que nosotros siempre celebramos la Navidad y la entrada del nuevo año con alegría, ¡y la alegría es cosa del corazón! Conforme él, ya el sentido común, marcado por el espíritu de la técnica se preocupa con la necesidad de en esa época del año multiplicar oportunidades de placeres, y el placer es cosa de los sentidos, marcado por lo efímero, por lo pasajero.
«Ojalá pueda el año 2014 ser marcado por la alegría. Alegría esta capaz de sustentar las diversas situaciones que se impondrán en el año venidero. Alegría que nos dispone a trabajar en pro de la fraternidad humana. Sabemos que la disposición alegre de trabajar en pro de la fraternidad, habrá de favorecer la construcción de una sociedad caracterizada por la paz. Paz deseada, anhelada, querida por todos los hombres y mujeres de buena voluntad», concluye. (FB)
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