Louisville (Martes, 21-01-2014, Gaudium Press) La Iglesia Católica tiene grandes y suficientes motivos para respaldar la manifestación anual March for Life que pide el final del aborto legal en Estados Unidos. De hecho, los Obispos convocaron a nueve días de oración, reflexión y penitencia por esta causa (ver noticia anterior) y celebrarán una Vigilia Nacional de Oración por la Vida en la víspera del evento (ver noticia anterior). Pero el tema del respeto a la vida humana tiene por supuesto implicaciones reales y el Arzobispo de Louisville y Presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB), Mons. Joseph Kurtz, dejó entrever sus motivaciones personales, que se unen a las de la Iglesia universal, para tomar parte activa en la marcha.
Mons. Joseph Kurtz, Arzobispo de Louisville, Estados Unidos, y Presidente de la USCCB. Foto: Donald Vish. |
«Planeo unirme a la convocatoria en Washington por varias razones», manifestó Mons. Kurtz en su blog personal en la Arquidiócesis de Louisville. «Marchamos en memoria de aquellos perdidos a causa del aborto», relató, recordando que unos 55 millones de niños inocentes han fallecido por esta causa. Y no sólo señaló esta pérdida inestimable. «Incontables mujeres han sido dejadas atrás, a menudo heridas física, emocional y espiritualmente, en silencio. Otros sufren también: los hombres que han perdido su paternidad, los abuelos que extrañan a sus nietos, y los niños privados de sus hermanos».
Pero Mons. Kurtz reveló también un aspecto personal que es desconocido por muchos: «Marchamos por los niños que no tiene voz para defender su derecho a la vida – especialmente por aquellos como mi hermano Georgie, nacido con síndrome de Down, cuyas vidas son a menudo estimadas indignas de ver la luz del día». En una marcha de cientos de miles de personas que defiende el derecho básico de la existencia, resulta imposible establecer cuántas experiencias de primera mano como la del Arzobispo impulsan las manifestaciones.
El prelado ofreció una buena idea de las historias que inspiran a los participantes al continuar su exposición de los motivos para acompañar la actividad. «Marchamos por las mujeres que consideran el aborto, para que en nuestra preocupación por sus necesidades encuentren la fuerza para elegir la vida», añadió. «Marchamos en solidaridad con las madres después del aborto, que trabajan hacia el día cuando no haya más mujeres que tengan que padecer lo mismo que ellas. Y marchamos en agradecimiento por las valientes madres de nacimiento que, a pesar de las circunstancias, han dado a sus hijos el don de la vida y una familia adoptiva para criarlos».
Compromiso permanente
Cientos de miles de personas se reúnen anualmente en Washington para pdir el fin del aborto legal en Estados Unidos. Fotos: Kenneth Murphy. |
El Arzobispo invitó a los fieles a tomar parte en estas actividades y en los Nueve Días por la Vida convocados por la Conferencia de Obispos. Recordó también que la actividad de la Iglesia no se limita a estos actos anuales sino que se extiende a la construcción de una Cultura de la Vida permanente en la sociedad: «Educamos, defendemos, servimos y oramos durante todo el año», afirmó.
Mons. Kurtz mencionó además la campaña de los Obispos en favor de la libertad religiosa y de conciencia y su apoyo a un proyecto de ley de prohibición de la financiación del aborto con dineros de impuestos que podría cerrar vacíos legales que permiten la inclusión del aborto en el sistema de salud.
«Cada año en este triste aniversario (de la legalización del aborto en Estados Unidos), soy motivado por el testimonio de los peregrinos que hacen este viaje para marchar por la vida en el frío, muchas veces con grandes costos e incomodidades», concluyó el Presidente de la USCCB. «Estoy agradecido con todos los compasivos sacerdotes y consejeros del Proyecto Raquel que comparten la misericordia de Dios con quienes han sido heridos por el aborto. Que ellos, y todos los que oran y se sacrifican por la causa de la vida, conozcan la protección de Nuestra Señora de Guadalupe, Patrona de los no nacidos y de toda América».
Con información de Arquidiócesis de Louisville.
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