Valencia (Martes, 21-01-2014, Gaudium Press) Mons. Gerhard Müller, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, explicó el equilibrio entre la suprema potestad en la Iglesia y la colegialidad y descentralización de la misma en una conferencia impartida en Valencia, España, y recordó que las instituciones de la Iglesia son una expresión de su sacramentalidad. «La unidad visible se muestra en la doctrina apostólica común, en la vida sacramental y en la constitución jerárquica», expuso el Arzobispo, quien recordó el papel fundamental del Primado del Sucesor de Pedro.
Aspecto de la Mesa central del Evento, con la presencia de Mons. Gerahard Müller y Mons. Carlos Osoro |
Su explicación fue expuesta como parte de las XII Conversaciones de Derecho Canónico organizadas por la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad Católica de Valencia, evento en el que también participó el Arzobispo de Valencia, Mons. Carlos Osoro. «Al hablar de la Iglesia sólo podemos hacerlo con motivo de la cuestión sobre Dios y el conocimiento de su presencia humana para el mundo en Jesucristo», comentó Mons. Müller, quien afirmó que los temas de la independencia y colaboración entre las Iglesias locales, la colegialidad y el Primado del Papa están referidos a este misterio. «El Papa y Obispos se remiten más bien a Cristo, el único que da esperanza a los seres humanos».
Sacramentalidad de la Iglesia
«La sacramentalidad de la Iglesia se funda en la Encarnación», agregó Mons. Müller. «En analogía con la unidad divino-humana de Cristo, la Iglesia una, santa, católica y apostólica se fundamenta como una comunidad de vida con Dios espiritualmente invisible, y en tanto visible, como una sociedad constituida jerárquicamente. La unidad visible se muestra en la doctrina apostólica común, en la vida sacramental y en la constitución jerárquica» Según expuso el prelado, «la Iglesia no puede ser meramente una idea trascendente que unifica a los pueblos».
En cuanto a esta constitución jerárquica, el Prefecto recordó que la Iglesia única de Dios está presente como Iglesia universal en la Iglesias locales que insertan a los creyentes en la unidad del Cuerpo de Cristo. Esta potestad fue dada por Jesús de manera concreta: «Cristo ha llamado a los apóstoles conjuntamente -como Colegio-. Él mismo ha antepuesto al Apóstol Pedro como fundamento y principio de la unidad de la potestad apostólica única y de la misión para la Iglesia entera»
El servicio de los Obispos
Las Iglesias locales son constituidas por Cristo a través de los Apóstoles y sus sucesores, y no, en modo alguno, «por la voluntad asociacional de cada uno de los cristianos». Por este motivo, «sólo se puede hablar de Iglesia local, cuando ésta se realiza visiblemente en el Obispo», expuso el Prefecto. A los Obispos, por su parte, les corresponde una responsabilidad y competencia magisterial que proviene de «la consagración y la misión canónica, y no sólo por una habilitación Papal especial», tal como está determinado, por ejemplo, en la Constitución Lumen Gentium del Concilio Vaticano II. «El magisterio Papal no sustituye al magisterio de los Obispos y su acción conjunta a nivel nacional o continental», agregó Mons. Müller, «sino que lo presupone y exige por la responsabilidad de los Obispos para la Iglesia entera».
«El Papa no puede ni debe abarcar centralmente desde Roma las diversas condiciones de vida que se le presentan a la Iglesia en las distintas naciones y culturas, ni resolver por sí mismo los problemas de cada lugar», explicó el Prefecto. «Una centralización exagerada de la administración no ayudaría a la Iglesia sino que más bien impediría su dinámica misional». Por este motivo, en la misma Santa Sede, el Santo Padre delega ciertas tareas realizadas en su nombre para el bien de la Iglesia.
La misión de las Conferencias Episcopales
Por su naturaleza colegial, los Obispos, «en virtud de la Consagración y de la misión canónica» deben preocuparse por el bien de la Iglesia universal. Por este motivo las normas de la Iglesia ordenan que los prelados colaboren «entre sí y con el sucesor de Pedro, a quien de modo especial le ha sido confiado el oficio excelso de propagar el nombre cristiano», según la Constitución Lumen Gentium. En este sentido la Iglesia promueve la creación de las Conferencias Episcopales.
Mons. Müller aclaró varios aspectos de la naturaleza de dichas instituciones. Como el Obispo sirve a la unidad de su Iglesia local, «éste debe portar en sí mismo el principio de esa unidad. Por ello el Obispo sólo puede ser Obispo de una Iglesia local y no de una federación de alianzas eclesiales regionales y continentales», explicó el Arzobispo. «En tanto que en la esencia interior del oficio episcopal se trata de un testimonio personal, el principio de la unidad del episcopado mismo se encarna en una persona».
Sobre la competencia de las Conferencias en materia magisterial, esta es reconocida a «los Obispos pertenecientes a una Conferencia considerados en su conjunto», aclaró el Prefecto, quien recordó que «la referencia al sucesor de Pedro, principio visible de la unidad de la Iglesia, es constitutiva para cada Concilio ecuménico, para cada sínodo particular y para cada Conferencia Episcopal; y además, es de derecho divino, al cual se debe subordinar todo derecho de la Iglesia».
Por esta razón, «una Conferencia Episcopal no puede emitir nunca una declaración dogmática vinculante de forma separada, ni tampoco relativizar dogmas definidos o estructuras sacramentales constitutivas (por ejemplo, hacer depender el propio ministerio magisterial y pastoral de organismos de puro derecho eclesial)», agregó el Prefecto.
Mantener la unidad
«Tendencias separatistas y comportamientos prepotentes solo dañarían a la Iglesia», alertó el Arzobispo, recordando que la Revelación fue confiada a a la Iglesia única y universal, guiada por el Papa y los Obispos en comunión con él. «La Iglesia Católica es ‘communio ecclesiarum’ y no una federación de Iglesias estatales o una alianza mundial de comunidades eclesiales confesionalmente emparentadas, que respetan por tradición humana al Obispo de Roma como presidente honorífico».
El Prelado también advirtió la importancia de trabajar para mantener la unidad, ya que cualquier división que surgiera entre centralismos y federalismos dejaría como resultado «una Iglesia secularizada y politizada, que solo se diferenciaría en grado de una ONG». Sobre las informaciones que sugieren una transformación próxima de las competencias de las Conferencias Episcopales, Mons. Müller aclaró que «no se ha dado la señal para un cambio de dirección o una ‘revolución en el Vaticano'».
En su lugar, el Arzobispo afirmó que «la Iglesia sólo podría permitirse luchas de poder y disputas de competencias so pena de la pérdida de su tarea misional». El deseo del Papa es, al contrario, «reunificar interiormente a la Iglesia, para que el Pueblo de Dios, en su servicio misionero, no sea obstáculo a una humanidad necesitada de salvación y ayuda».
Con información de Arquidiócesis de Valencia
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