L’Aquila (Martes, 28-01-2014, Gaudium Press) La iglesia de San Pietro della Ienca, Italia, fue objeto el pasado 26 de enero de un doloroso sacrilegio: una reliquia de primer grado del Beato Juan Pablo II fue sustraída del templo junto con un crucifijo, hechos que están siendo activamente investigados por las autoridades. La reliquia había llegado al templo por donación del Cardenal Stanislaw Dziwisz, Secretario personal del Beato Papa, debido a que el Pontífice visitó la capilla en numerosas oportunidades.
El hurto de la reliquia del Beato Juan Pablo II ha despertado la consternación de la Iglesia local, que espera su pronto retorno a la veneración pública. |
La reliquia, una tela humedecida con sangre del Beato Pontífice, estaba dentro de un relicario de oro protegida con un cristal junto con un crucifijo. Los dos objetos sagrados fueron hurtados por desconocidos y la policía adelanta una investigación a la que se han asignado 50 uniformados y de la cual ya se ha abierto un expediente, según informes de medios de comunicación italianos.
El Arzobispo de L’Aquila, Mons. Giuseppe Petrocchi calificó el hurto como «un robo cobarde y sacrílego», que «ofende profundamente la conciencia civil y religiosa de nuestro pueblo», según informó National Catholic Register. El prelado pidió a los responsables de este «despreciable acto abrirse a la luz del Evangelio» y devolver la reliquia a la Iglesia.
«Se trata de un hecho muy grave», expresó a Zenit Pasquale Corriere, presidente de la Asociación Cultural ‘San Pietro alla Ienca’, quien había promovido diversas actividades en torno a la reliquia del Beato. Corriere lamentó la insuficiencia de las medidas de seguridad implementadas para proteger la reliquia y pidió su pronto retorno al lugar. «La esperanza es que los responsables se arrepientan y devuelvan la reliquia, o que sean localizados y arrestados pronto».
Entre las posibilidades que se manejan en la investigación es que se trate de un robo realizado por encargo, debido a que los únicos elementos hurtados fueron la reliquia y un crucifijo, a pesar de que los criminales tuvieron que cortar una barra de hierro. Se había proyectado instalar un sistema de alarma y video de seguridad, pero aún no se había implementado en el momento del sacrilegio.
Mons. Petrocchi pidió a los fieles su «oración ferviente de reparación e invocación» y manifestó su esperanza de que la reliquia, de gran importancia para la Iglesia, pueda regresar a su lugar «para la devoción de nuestro pueblo y de todos los peregrinos». El Beato Juan Pablo II visitaba con frecuencia la región montañosa del Gran Sasso y oraba en el templo que luego albergaría la reliquia.
Con información de National Catholic Register y Zenit.
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