Lima (Jueves, 30-01-2014, Gaudium Press) Desde hace unas semanas un grupo de jóvenes ha llamado la atención a los vecinos de Manzanilla y La Parada, una de las zonas de la periferia de Lima. Son seminaristas, que atraen la atención de los vecinos que se acercan a saludarlos, a pedirles su bendición o simplemente un consejo.
Son jóvenes del Seminario Santo Toribio de Mogrovejo, entre 17 y 30 años, que han optado por pasar sus vacaciones llevando la palabra de Dios a los que podrían ser sus futuros feligreses.
Ellos forman parte de la Misiones Toribianas, una iniciativa que desde hace 3 años se viene desarrollando con éxito en lugares como El Agustino, el Rímac y Barrios Altos, de la capital peruana.
El Padre Luis Miguel Gamboa, formador del Seminario, explica que este programa de evangelización busca acercar a los seminaristas al pueblo de Dios que está necesitando de su palabra:
«La idea con estas Misiones Toribianas es que los seminaristas y sacerdotes podamos entrar a los hogares de estos lugares «complicados» para llevar la palabra de Dios, bendecir los hogares, echar el agua bendita, llevarles unas estampas de la Virgen y del Sagrado Corazón», refiere.
Son 10 los seminaristas designados a la parroquia Nuestra Señora de Cocharcas en Barrios Altos, donde prestan ayuda a enfermos, ancianos, niños y familias de escasos recursos.
Nicola Rivera, seminarista del segundo año de Filosofía, explica que su jornada inicia y termina con la oración, encomendando a Dios todas las actividades que realizarán durante el día, siguiendo la rutina del Seminario.
«En la mañana un grupo se va al hospital Dos de Mayo y otro al Hogar de la Paz de las Hermanas de la Caridad. Por las tardes salen a bendecir algunas casas y realizan la catequesis para los sacramentos de iniciación cristiana», manifiesta.
Pero lo que se llevan los seminaristas es algo más que una experiencia, es una gran ayuda para su formación como futuros sacerdotes y un mensaje a todas aquellas personas que buscan la presencia de la Iglesia Católica en sus vidas.
Así lo expresa también, Omar Bellido, seminarista del segundo año de Teología: «El conocer esas realidades hace que nosotros fortalezcamos ese ánimo de ser sacerdotes y ser llevadores de la palabra de Dios a esas personas».
Es así que los seminaristas pueden vivir de cerca las diversas realidades existentes en nuestra arquidiócesis de Lima y servir de ejemplo para incentivar las vocaciones en los jóvenes que quieren seguir a Cristo.
«No tengan miedo de escuchar a Dios y si lo han escuchado, plantéense seriamente ese llamado que están sintiendo para que durante su vida tengan un desarrollo pleno como personas», dice Omar.
«Si sienten el llamado busquen el apoyo de un sacerdote. Y a sus familias les diría que no les den la espalda, sepan que a través de ese hijo suyo el Señor puede estar llamando a toda la familia», añade Nicola.
En medio de la delincuencia, ruido e informalidad, estas Misiones Toribianas llevan un mensaje esperanzador para todos los fieles que aún confían que son más los soldados de Dios.
Con información de la oficina de Comunicaciones del Arzobispado de Lima
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