Tacloban (Sábado, 15-02-2014, Gaudium Press) Maria Rosevilla Margate se considera una mujer normal, que vive con su esposo en Tacloban, Filipinas y asiste diariamente a la Eucaristía en la parroquia de Nuestra señora del Perpetuo Socorro en Tacloban. Pero sus vecinos le tienen un gran agradecimiento por su testimonio cotidiano de caridad fraterna y un hecho particular que aconteció el día en que el super tifón Yolanda, 08 de noviembre de 2013. En ese momento su preocupación por sus vecinos permitió que varias docenas de ellos sobrevivieran a la tragedia gracias a lo que ella califica como un milagro.
En medio de la destrucción del super tifón, un milagro salvó a docenas de personas en la parroquia de Nuestra señora del Perpetuo Socorro en Tacloban. En la imagen, los destrozos del paso del super tifón Yolanda. Foro: IHH. |
El día de la tragedia, Maria Margate despertó antes del amanecer, mientras la lluvia golpeaba con fuerza en su tejado y el viento aumentaba su intensidad. «Vi que el viento se hacía cada vez más fuerte. Así que bajé a llamar a todos mis vecinos. ‘Por favor, suban. El viento está haciéndose más fuerte'», realo Margate a Catholic News Service. Mientras el nivel del agua aumentaba, ella iba casa por casa llamando a las familias. Cuando por fin ella misma se resguardó, calcula que unas 80 personas llenaban su hogar.
La casa de María y su esposo Emmanuel está hecha de concreto y ofrecía una mayor protección frente al viento que deshacía las viviendas de madera. Sin embargo el espacio de la sala donde se acomodaron los vecinos tenía un techo más débil que amenazaba con ceder. María Margate hizo subir a las personas a su habitación, que tenía un techo más fuerte. Al llegar allí se asomó a la terraza, justo para ver como lo que parecía ser un tornado deshacía todo lo que se atravesaba en su camino. «Vi el agua. Estaba muy, muy negra. Cuando presioné (la puerta) para cerrar de nuevo, el agua subió».
En la siguiente hora, María recuerda tres oleadas siendo la última la más alta y la más fuerte. La casa se estremeció y ella llegó a considerar la posibilidad de morir. «Lo último que dije fue ‘Señor, que se haga tu voluntad’ y cerré mis ojos», relató. En ese momento las aguas bajaron. «Sé que fue un milagro porque fuera de la casa el agua estaba aquí», comentó, señalando la altura de su pecho. «Pero en nuestra habitación apenas llegó esta altura». Margate señaló su tobillo.
Fuera de la vivienda las casas quedaron destruidas y se podían ver entre los escombros algunos de los fallecidos. El recuerdo de la escena vuelve a hacer llorar a Margate cuando narra la historia. «Algunas veces después del tifón, quisiera no recordar nada», afirmó. Sin embargo, pese a que su familia la llevó a la ciudad de Cebú, ella desea continuar viviendo en el lugar del desastre, aunque no tienen recursos suficientes para reconstruir su granja y reparar su hogar. «Amo este lugar», afirmó.
Con información de Catholic News Service.
Deje su Comentario