Daejeon (Lunes, 17-02-2014, Gaudium Press) Por causa de la gran tensión entre el norte y el sur en la península coreana, el servicio militar en Corea del Sur es obligatorio y tiene la duración de casi dos años. Son 21 meses en los que los reclutas están expuestos a toda forma de peligros. Y, sin duda, poco vistos pero muy importantes, el peligro espiritual, el peligro de la corrupción moral, del abandono de la religión, están presentes en los cuarteles, adiestramientos y frentes de combate.
El Padre Andrea Choi Byyung-Kyu, capellán militar en la Escuela de formación del Ejército, ha acompañado a los jóvenes que se están formando y ofrece a ellos un ejemplo de Fe y amistad que ha traído muchos buenos frutos.
Durante una marcha nadie habla. Cada soldado lleva su mochila de 20 kg y una pistola de 4 kg: no se tiene fuerzas para hablar. Solo se oye el sonido de la respiración y la voz del comandante. A veces, se oye la voz del Padre Andrea que pregunta a los soldados cómo están, cómo está el ejercicio. En las pausas, el sacerdote les lleva agua y algo para comer. Llega a llevar la mochila de algún soldado, que ya está demasiado cansado.
Es un testimonio de amistad y Fe. Con esto el Padre Andrea conquista la simpatía de los soldados. Muchos de ellos lo buscan después de las jornadas de entrenamientos y le dicen: «¿Padre, yo no conozco la Iglesia Católica, pero, puedo en ese domingo ir a su parroquia?».
Hay también otros que lo buscan con los ojos tristes, pero esperanzados: «Padre, yo dejé la Iglesia, pero me gustaría volver. Me gustaría ir a su parroquia a confesarme, asistir a misa…».
Muchos soldados que no pueden ir personalmente a su parroquia por estar sirviendo en puestos junto a la frontera con Corea del Norte, donde pasan de 6 a 8 meses, envían cartas para al Padre Andrea.
En cualquier lugar, siempre misionero
En verdad, el compromiso misionero de un sacerdote puede desarrollarse también en las Fuerzas Armadas, en el campo de batalla. Y es una buena ocasión para la Iglesia de Corea poder realizar su misión, aproximándose a tantas personas que todavía no la conocen.
El caso del Padre Andrea es una comprobación de eso: con su ejemplo y su testimonio entre los soldados el joven capellán hace mucho por los soldados y ha aproximado a muchos de ellos a la Iglesia y los sacramentos. Él pertenece a la Diócesis de Daejeon, que tiene al frente a Mons. Lazzaro You Heung-sik. En esta diócesis, en el próximo mes de agosto, serán realizadas las Jornadas Asiáticas de la Juventud.
Vicariato Castrense – Ordinariato Militar
El Vicariato Castrense de Corea fue erigido el 22 de noviembre de 1983 y fue elevado (21 de julio de 1986) a Ordinariato militar con la bula «Spirituali militum curae», del Papa Juan Pablo II.
Quien dirige el ordinariato es el Obispo franciscano Mons. Francesco Saverio Yu Soo-il. Él cuenta con 80 sacerdotes diocesanos. Entre ellos está el Padre Andrea Choi, que es párroco de Chuel-Byuk.
La Escuela Militar está próxima a la parroquia y en ella son realizados cursos de preparación para los soldados que parten a 5 semanas de adiestramiento que concluyen después de ser recorridos 330 kilómetros a pie por las montañas de la frontera.
A cada una de esas marchas, con los militares está también el Padre Andrea.
Al inicio de cada marcha él reza: «Señor, quédate a mi lado, de modo que yo pueda mostrarte, Señor, a los soldados durante esta marcha, como en el camino de Emaús». (JSG)
De la Redacción, con informaciones AsiaNews
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