Redacción (Martes, 18-02-2014, Gaudium Press) Su historia parece de película, hace un año salió a la luz y hoy viene dado la vuelta por el mundo a través de varios medios de comunicación. Se trata del testimonio de vida y de misericordia del sacerdote ecuatoriano Luis Alfredo León Armijos, quien vino al mundo tras un caso de estupro y tiempo después perdonó a su padre y lo confesó.
Lo que impacta de primera mano de la historia es que la madre del sacerdote, María Eugenia Armijos Romero, quien fue víctima de un abuso cuando apenas tenía 13 años por el patrón de la casa donde trabajaba, haya decidido traerlo al mundo; más si se tiene en cuenta que este hecho es una de las causas que lleva a muchas mujeres a abortar a sus hijos. «Yo podría estar en un tacho de basura, pero a mí se me dio la vida, yo digo es una gratuidad, todo lo que tengo, la vida en sí misma es un don exquisito que Dios da», comentó el Padre Luis Alfredo, quien narró su historia a ACI Prensa.
Padre Luis Alfredo León. |
Y tal parece que María Eugenia, pese al rechazo de su familia -quien instó para que el niño no naciera-, sintió en su corazón que su hijo estaba llamado para grandes cosas y luchó por protegerlo. Dejó su casa en Loja, Ecuador, se instaló en Cuenca donde pasó necesidad, pero logró sobrevivir y dar a luz a su hijo en un parto con muchas complicaciones, pero que luego llenó de esperanzas a quien también apenas era una niña.
Tiempo después, como narra el sacerdote, la joven regresa a Loja, se establece allí y empieza «una vida como madre soltera». Fue una experiencia difícil -comenta el Padre Luis Alfredo-, ya que «le tocó quedarse a cargo de su violador -el padre del sacerdote- quien acepta reconocerme y hacerse cargo de mí».
Fue a los 18 años cuando Luis Alfredo sintió su llamado al sacerdocio. A esa edad, y con la oposición de su padre, ingresó al Seminario de Loja, y fue ordenado sacerdote a sus 23 años; «una bendición para mi vida», comentó.
Tiempo después, su madre decidió contarle cómo había llegado al mundo; un acontecimiento que marcó su vida y fue el punto de partida para iniciar un camino de reconciliación que involucraba a María Eugenia, su padre y a él.
Comenzó con hablar con su madre, ayudándole a entender que no valía la pena odiar a su padre, reconociendo el hecho de haberle respondido a Dios protegiendo la vida de él, y a lo que él está llamado como sacerdote.
Luego continuó el camino de reconciliacion con él mismo comprendiendo que era necesario perdonar a su padre y llevar a la práctica lo que predicaba en relación con la misericordia de Dios. «Dios me permitía ser sacerdote no para juzgar, sino para perdonar, para ser un instrumento de su misericordia, y yo había juzgado mucho a mi padre con todo esto», dijo el Padre Luis Alfredo.
Años más tarde Dios le dio la oportunidad de perdonar: recibe una llamada de su padre, quien sería operado y tenía miedo de ir a cirugía sin confesarse, y le pide a su hijo que lo confiese y comulga. Luis Alfredo cumple este deseo, y su padre recibe la comunión luego de 30 años de no hacerlo.
Con información de ACI.
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