Arzobispo de Medellín dice que la fraternidad tiene necesidad de ser descubierta, experimentada y testimoniada

Medellín (Jueves, 20-02-2014, Gaudium Press) «Debemos continuar interiorizando y aplicando el Mensaje del Papa Francisco para la Jornada de la Paz, pues el tema de la fraternidad que nos ha propuesto sigue siendo una asignatura pendiente», es la invitación que hace Mons. Ricardo Tobón Restrepo, Arzobispo de Medellín, Colombia, en su más reciente editorial publicada en el Semanario Arquidiocesano. Allí el prelado colombiano hace referencia a las motivaciones de la fraternidad.

Recordando que uno de los principales males de nuestro tiempo es el vivir asilados los unos de los otros, dice que hoy es necesario que la fraternidad sea «descubierta, amada, experimentada, anunciada y testimoniada».

Mons. Ricardo Tobón / Foto: Arquidiócesis de Medellín.

«No se aprenden de la noche a la mañana la confianza y la comprensión de unos con otros, el espíritu de respeto y de benevolencia hacia los demás que deben estar presentes en nuestra mente y en nuestro corazón, los vínculos profundos que nos deben unir más allá de las relaciones efímeras que se debilitan o corrompen cuando se acaban las ventajas egoístas que las motivan», sigue Mons. Tobón.

En este sentido el Arzobispo de Medellín enumera varios campos en los que, según él, «se encuentran válidas motivaciones para comprometernos a ser hermanos».

Recuerda que la fraternidad es necesaria «para acabar con las guerras y las confrontaciones armadas», puesto que no se dejará de atentar contra los demás mientras no se vean como hermanos lo que comparten un camino común.

Asimismo, dice que la fraternidad se hace igualmente necesaria para humanizar la economía: «Las crisis financieras y económicas no son fruto del azar; detrás está el ansia de ganancias y la competencia egoísta que, lejos de una administración sana, excluye o aprovecha a los demás». Dice también que sin la fraternidad «no se gana nunca la lucha contra la pobreza», y que es necesaria «para acabar con la corrupción».

Finalmente, dice que «no descubriremos que el otro es nuestro hermano si no reconocemos la paternidad de Dios», y que sin esa esencial convicción «no se encontrarán líderes que quieran animar procesos sólo por espíritu de servicio», y tampoco se darán «verdaderas razones para la esperanza».

Con información de la Arquidiócesis de Medellín.