Ciudad del Vaticano (Lunes, 24-02-2014, Gaudium Press) Después de celebrar la misa con los nuevos cardenales creados por él el día anterior, el Papa Francisco apareció en la ventana de su estudio para rezar la oración del Ángelus con los fieles presentes en la Plaza de San Pedro.
Para su meditación, el Pontífice se basó en la segunda lectura del día: «Así que, no se gloríe nadie en los hombres, pues todo es suyo: ya sea Pablo, Apolo, Cefas (es decir, Pedro), el mundo, la vida, la muerte, el presente, el futuro, todo es suyo; y ustedes, de Cristo y Cristo de Dios» (1 Cor 3,23).
El Papa junto al nuevo Cardenal Arzobispo de Río de Janeiro, el sábado pasado Foto: Radio Vaticano |
El Papa profundizó en el sentido de esta lectura: «San Pablo explica que este modo de pensar está equivocado, porque la comunidad no pertenece a los apóstoles, sino que son ellos los que pertenecen a la comunidad; pero la comunidad, toda entera, ¡pertenece a Cristo!», afirmó.
El Papa Francisco dijo también que la dignidad proveniente del Bautismo es la misma para todos los cristianos, una dignidad de hijos de Dios. Y por esto, aquellos que ha recibido un ministerio al interior de la Iglesia deben «ponerse al servicio de la comunidad, ayudándola a recorrer con alegría el camino de la santidad».
Pensando en la comunión entre el Papa y el Colegio cardenalicio, que se tornó manifiesta en el reciente consistorio, el Pontífice pidió que «el Señor nos dé la gracia de trabajar por la unidad de la Iglesia, de construir esta unidad, porque la unidad es más, más importante que los conflictos. La unidad de la Iglesia está en Cristo. Los conflictos son problemas que no siempre son «de Cristo».
«¡Que los momentos litúrgicos y de fiesta, que hemos tenido la oportunidad de vivir en el curso de las últimas dos jornadas, refuercen en todos nosotros la fe, el amor por Cristo y por su Iglesia!».
El Papa Francisco invitó también a todos los presentes «a sostener a estos Pastores y a asistirlos con la oración, a fin de que guíen siempre con celo al pueblo que les ha sido encomendado, mostrando a todos la ternura y el amor del Señor».
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