viernes, 22 de noviembre de 2024
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Papa Francisco explica el sacramento de la Unción de los Enfermos

Ciudad del Vaticano (Miércoles, 26-02-2014, Gaudium Press) Ante una plaza de San Pedro colmada con la presencia de miles de fieles y peregrinos, el Papa Francisco explicó diversos aspectos del Sacramento de la Unción de los Enfermos o Extremaunción, como se le llamaba antiguamente.

Este sacramento «nos permite tocar con la mano la compasión de Dios por el hombre», afirmó el Pontífice. El nombre actual con que se le conoce, de ‘Unción de los Enfermos’, «nos ayuda a ampliar la mirada hacia la experiencia de la enfermedad y del sufrimiento, en el horizonte de la misericordia de Dios».

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Foto: Radio Vaticano

Expresó el Pontífice que la figura del Buen Samaritano, permite manifestar «en toda su profundidad el misterio que se trasluce en la Unción de los enfermos». «La parábola dice que el Buen Samaritano cuida del hombre sufriente derramando sobre sus heridas aceite y vino. El aceite nos hace pensar en aquel que es bendecido por el Obispo cada año, en la Misa Crismal del Jueves Santo, justamente en vista de la Unción de los enfermos. El vino, en cambio, es signo del amor y de la gracia de Cristo que brotan del don de su vida por nosotros y que se expresan en toda su riqueza en la vida sacramental de la Iglesia».

El Buen Samaritano de la parábola evangélica lleva al hombre atacado y enfermo a un albergue, y allí sufraga los gastos que el hospedaje comporta. Ese albergue es una figura de la Iglesia. «Es la Iglesia, la comunidad cristiana, somos nosotros, a los cuales cada día el Señor Jesús nos confía a aquellos que están afligidos, en el cuerpo y en el espíritu, para que podamos continuar derramando sobre ellos, sin medida, toda su misericordia y su salvación».

El sacramento de la Unción de los Enfermos tiene un claro fundamento bíblico: «Quién está enfermo, que llame a los presbíteros de la Iglesia para que ellos oren por él y lo unjan con aceite en el nombre del Señor. Y la oración que nace de la fe salvará al enfermo, el Señor lo aliviará y, si tuviera pecados, le serán perdonados» (5,14-15), dice el texto evangélico de la epístola de Santiago. Esto muestra que «se trata por lo tanto de una praxis que estaba en uso ya en tiempos de los Apóstoles. Jesús, de hecho, ha enseñado a sus discípulos a tener su misma predilección por los enfermos y por los sufrientes y les ha transmitido la capacidad y el deber de continuar derramando, en su nombre y según su corazón, alivio y paz, a través de la gracia especial de este Sacramento», afirma el Papa.

La aplicación del sacramento «no nos debe hacer caer en la búsqueda obsesiva del milagro o en la presunción de poder obtener siempre y de todos modos la curación». Entretanto, que Jesús lo haya instituido, «es la seguridad de la cercanía de Jesús al enfermo, también al anciano, porque todo anciano, toda persona de más de 65 años puede recibir este Sacramento: es Jesús que se acerca». Esa cercanía de Cristo constituye «el consuelo más grande», consuelo que se «deriva del hecho que, el que se hace presente en el Sacramento es el mismo Señor Jesús, que nos toma de la mano, nos acaricia como hacía con los enfermos».

En la Unción de los enfermos es toda la comunidad eclesial que junto con el Señor «se estrecha entorno a quien sufre y a los familiares, alimentando en ellos la fe y la esperanza y apoyándolos con la oración y el calor fraterno», expresó también el Pontífice.

Entre sus saludos a los numerosísimos grupos de peregrinos, el Papa se dirigió también a los participantes en un congreso dedicado al Día Mundial de las enfermedades raras, que se celebra el 28 de febrero.

Con información de Radio Vaticana

 

 

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