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Doce palabras en latín que dieron forma a la fe cristiana

Bedford (Sábado, 01-03-2014, Gaudium Press) Si bien el uso del latín es mucho menor en la actualidad a como lo fue en el pasado, no se puede pensar que se trate de una lengua muerta. No sólo por hechos como el renovado interés en su estudio, que se expresa por ejemplo en los miles de seguidores del Papa en su cuenta de Twitter en latín (ver noticia anterior), sino porque el latín sigue vivo en todas las lenguas derivadas que se hablan en muchos países del mundo y, de una forma muy especial, en la fe de la Iglesia.

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Detalle de una ilustración del siglo XIX del inicio del Evangelio de San Juan, conservado por las religiosas Dominicas en Stone, Staffordshire, Reino Unido. Foto: P. Lawrence OP.

Más allá de ser un idioma con un gran sentido sagrado (fue durante siglos el idioma empleado en la liturgia católica), el idioma latín aportó valiosos conceptos que ocupan un lugar central en la enseñanza de la fe. Stephen Beale, redactor del portal norteamericano Catholic Exchange, seleccionó 12 palabras que demuestran la relevancia de esta lengua en la historia – y actualidad – de la Iglesia. «Es imposible imaginar la fe cristiana como al conocemos sin el latín», afirmó el redactor. Su selección – que puede inspirar otras similares – incluye los términos que, en su opinión, «han dado forma a la fe en la cristiandad occidental».

Gratia – Prex – Trinitas

La primera palabra seleccionada por Beale es «Gratia». La gracia, recuerda, «es lo que todos necesitamos y que ninguno de nosotros puede obtener por sus propios esfuerzos aparte de Dios». El reconocido teólogo P. Antonio Royo Marín define este término como «el principio formal de toda nuestra vida sobrenatural», que constituye una «soberana aunque accidental participación de la naturaleza misma de Dios» y que es la que posibilita la elevación al rango de «hijos suyos y herederos de la gloria». Esta palabra resuena con especial belleza en el Ave María, cuando se llama a la Santísima Virgen «gratia plena», «llena de gracia».

«Prex» es la segunda palabra escogida por el autor, por su forma inglesa: prayer. Significa oración, y es una de las formas habituales para obtener la gracia. La similitud del latín con la lengua española puede observarse en el verbo precari, del cual se origina la palabra plegaria y de la palabra preces – más directamente derivada de Prex, pero menos usada en la actualidad.

Un tercer término expresa con claridad la importancia del aporte de la lengua latina a la forma como podemos comprender los contenidos de la fe: «Trinitas». «El latín también nos ha dado una de las principales palabras que usamos para describir a Quién oramos», comentó Beale. La Santísima Trinidad, el insondable misterio de un Dios uno y trino, toma su nombre de esta palabra relacionada al número tres. «Durante sus primeros dos siglos, la Trinidad como un término que describe a Dios fue desconocido para el mundo cristiano», recordó el redactor. «Fue acuñado por el Padre Latino Tertuliano, quien escribió en la parte temprana del siglo tercero». El novedoso concepto, introducido únicamente a partir de la plena revelación de Dios en Jesucristo, tardó este tiempo en poder ser condensado de una manera tan eficaz que persiste intacto hasta nuestros días.

Persona – Incarnare – Credo

Otra palabra fue seleccionada, no sólo por el aporte crucial al vocabulario teológico sino porque tiene una gran huella en la cultura occidental: «Persona». Tanto en inglés como en español, la palabra es preservada en su forma original en latín. La palabra designó inicialmente las máscaras que usaban los actores en teatro, y luego pasó a significar el personaje que los actores interpretaban. «La palabra llegó a tener un significado mucho más sustancial posteriormente y fue empleada por los primeros Padres de la Iglesia para describir a Dios, tres personas en un sólo ser.

La siguiente palabra condensa el sentido de la importante frase dek inicio del Evangelio según San Juan: «y el Verbo se hizo carne». El término «Encarnación», ampliamente usado en la Iglesia, no viene del griego original de este texto, sino del latín «incarnare», que expresa justamente lo que hizo la segunda Persona de la Santísima Trinidad: hacerse carne.

«Credo» es la sexta palabra, que llega a nuestros días intacta del latín original, que significaba confiar en, creer, fiarse de. «Esta palabra también aparece en luna de las frases latinas claves del catolicismo: lex orandi, lex credenda – la ley de orar es la ley de creer», recordó Beale, quien explicó que este principio relaciona la vida de oración y la liturgia con la creencia firme en la doctrina.

Missa – Substantia – Sacramentum

Otro término seleccionado por el redactor es «Missa», palabra mencionada al final de la Eucaristía en latín y que pasó a significar la misma celebración eucarística. El sacerdote, al terminar la celebración del sacramento, despedía a los fieles con la expresión «Ite, missa est» «Id, ha sido enviado», una forma típicamente romana de la liturgia presente desde los primeros siglos y que constituye una expresión misteriosa por su estructura. Santo Tamás de Aquino sugiere que lo enviado es el ofrecimiento de la Eucaristía, mientras que interpretaciones recientes como la del Venerable Mons. Fulton Sheen la relacionan con la expresión «Todo se ha consumado» de Jesucristo en la Cruz.

Otro término de la selección tiene una gran importancia filosófica que se aplicó a uno de los sacramentos: «Substantia». «Transubstanciación es una palabra que los católicos hemos usado históricamente para referirnos a cómo la sustancia del pan y del vino es completamente cambiada por la sustancia del Cuerpo y la Sangre de Cristo, mientras se retiene la apariencia del pan y del vino», describió Beale. La etimología de la palabra podría ser algo como «lo que permanece debajo o dentro» (sub – stare). «Una sustancia es lo que algo realmente es», define el autor.

La siguiente palabra ha aparecido ya varias veces en el presente texto, y es ampliamente usada por los creyentes católicos al referirse a una de las realidades fundamentales de la Iglesia: «Sacramentum». Esta palabra es la traducción al latín del término griego Mysterion, y encierra el significado de ser «el signo de algo sagrado». La palabra también significaba un depósito dado como garantía en los procesos legales y un juramento de lealtad. Todos estos sentidos aportan a la visión católica de los sacramentos, signos visibles que obtienen la gracia, que son camino (garantía) de salvación y que fortalecen el compromiso cristiano de lealtad a Dios.

Redimere – Salvare – Sanctus

«Redimere» es la décima palabra de la selección, que resume en un término lo que Cristo obtuvo para los hombres a través de los méritos divinos de su sacrificio en la cruz: la redención colectiva de la humanidad. La redención se diferencia de la salvación, ya que esta última es la aplicación individual de la redención. Todas las personas de la humanidad han sido redimidas, pero no todas son salvadas ya que la libertad humana puede rechazar la gracia obtenida por Cristo. Y este término, «salvare», fue el seleccionado como penúltimo de la selección.

Finalmente, la palabra «Sanctus» (Santo) hace referencia a los sagrado, lo consagrado, y representa la meta de los cristianos: el llamado universal a la configuración con Cristo, la santidad. «Es lo que todos estamos esperando llegar a ser y (Santo) es la palabra que describe a nuestros amigos en la fe que ahora residen en el cielo».

Con información de Catholic Exchange.

 

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