lunes, 25 de noviembre de 2024
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"Me parecía cada vez más claro que Juan Pablo II era un santo": Benedicto XVI

Ciudad del Vaticano (Viernes, 07-03-2014, Gaudium Press) Un libro con 21 testimonios de personas cercanas al beato Juan Pablo II fue publicado en Polonia bajo el título de «Junto a Juan Pablo II. Los amigos y los colaboradores cuentan». Su autor, el periodista Wlodzimierz Redzioch, tuvo la oportunidad de entrevistar con este fin al Papa emérito Benedicto XVI, quien compartió algunos recuerdos de su época de Cardenal al servicio de la Iglesia bajo el pontificado del Pontífice polaco. Algunos extractos de sus declaraciones fueron divulgados por la agencia Zenit y dejan ver el importante registro histórico de, ante todo, la santidad que se hacía evidente en el trato con el Beato Juan Pablo II. «La espiritualidad del Papa se caracterizaba sobre todo por la intensidad de su oración y por tanto está profundamente arraigada en la celebración de la Santa Eucaristía», describió Benedicto XVI.

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Beato Juan Pablo II. Foto: Jorge Cortés.

Los apartes del libro dados a conocer comienzan con el momento en que se conocieron. A pesar de haber participado en el Concilio Vaticano II, no fue en ese momento cuando se encontraron por primera vez. «El primer encuentro consciente que tuve con el cardenal Wojtyla fue en el cónclave en el que fue elegido Juan Pablo I», recordó Benedicto XVI. Hasta entonces, no había coincidido con el entonces Arzobispo de Cracovia, por ejemplo, a causa de un viaje a Ecuador en el mismo momento en que los Obispos polacos realizaban la visita Ad Limina a Su Santidad Juan Pablo I. «Naturalmente había oído hablar de su obra de filósofo y pastor, y desde hacía tiempo quería conocerle». El Cardenal Wojtyla había también conocido la obra teológica del P. Ratzinger y citado su Introducción al Cristianismo en la predicación de los ejercicios espirituales al Papa Pablo VI y la Curia Romana. «Era como si interiormente ambos esperásemos encontrarnos».

«Sentí desde el inicio una gran veneración y una simpatía cordial por el metropolitano de Cracovia», agregó Benedicto XVI. «En el pre-cónclave de 1978 el cardenal Wojtyla analizó para nosotros de forma asombrosa la naturaleza del marxismo. Pero sobre todo percibí enseguida con fuerza la fascinación humana que de él emanaba y de como rezaba, advertí cuán profundamente estaba unido a Dios». El libro recoge la historia de su llegada a la Congregación para la Doctrina de la Fe, dos años después de un primer ofrecimiento de dirigir la Congregación para la Educación Católica, que el entonces Obispo Ratzinger pidió posponer por su reciente ordenación episcopal. «Veía imposible dejar tan pronto la sede de san Corbiniano. La consagración episcopal representaba de alguna manera una promesa de fidelidad hacia mi diócesis de pertenencia». El segundo llamado del Papa no pudo ser rechazado.

La evidente santidad de Juan Pablo II

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El Beato Juan Pablo II llega a Santiago de Compostela en su primer viaje a España en 1982. Foto: Iberia Airlines. 

El hoy Papa emérito relató cómo se reunía con el Beato Juan Pablo II cada viernes a tratar los asuntos de su Dicasterio, y el esfuerzo dedicado a aclarar los contenidos del Catecismo de la Iglesia Católica encargado por el Pontífice. Otras memorias registran el ambiente de cordialidad con el cual recibía a los Obispos, a quienes invitaba a comer y conversar normalmente sobre un tema teológico. «El gran número de presentes hacía siempre variada la conversación y de gran alcance. Y quedaba siempre lugar también para el buen humor», afirmó Benedicto XVI. «El Papa reía con ganas y así esas comidas de trabajo, aún en la seriedad que se imponía, de hecho eran también ocasiones para estar en agradable compañía».

«Que Juan Pablo II fuera un santo, en los años de colaboración con él me ha parecido cada vez más claro», declaró sobre su experiencia al servicio del Pontífice. «Sobre todo hay que tener en cuenta naturalmente su intensa relación con Dios, su estar inmerso en la comunión con el Señor», añadió el Papa emérito, quien destacó además la profunda devoción mariana del Beato Juan Pablo II. «De aquí venía su alegría, en medio de las grandes fatigas que debía pasar y la valentía con la cual cumplió su tarea en un tiempo realmente difícil. Juan Pablo II no pedía aplausos, ni miró nunca alrededor preocupado por cómo serían acogidas sus decisiones. Él ha actuado a partir de su fe y sus convicciones y estaba preparado también a sufrir los golpes».

En este sentido, destacó esta característica como prueba de su virtud. «La valentía de la verdad es a mis ojos un criterio de primer orden de la santidad», declaró Benedicto XVI. «Sólo a partir de su relación con Dios es posible entender también su incansable compromiso pastoral. Se dio con una radicalidad que no puede ser explicado de otro modo». La heroica constancia en su apostolado y en la oración se evidenció por ejemplo en su primera visita a Alemania en 1980. «Para su estancia en Munich, decidió que debía tomarse una pausa más larga a medio día», relató el Pontífice emérito. «Durante ese intervalo me llamó a su habitación. Le encontré recitando el Breviario y le dije: ‘Santo Padre, debe descansar’; y él: ‘puedo hacerlo en el cielo'».

«Mi recuerdo de Juan Pablo II está lleno de gratitud», expuso Benedicto XVI en la conclusión de su testimonio, que incluye muchos recuentos de su trabajo en el Vaticano durante el pontificado del Beato Papa. «No podía y no debía intentar imitarlo, pero he intentado llevar adelante su herencia y su tarea lo mejor que he podido. Y por eso estoy seguro que todavía hoy su bondad me acompaña y su bondad me protege».

Con información de Agencia Zenit.

 

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