Redacción (Lunes, 10-03-2014, Gaudium Press) ¡Cómo es generoso el amor en este misterio [de la presentación de Jesús en el Templo]! Todos dan. Simeón da su vida a cambio de las consolaciones que recibe del Cielo. Ana da sus alabanzas, su alegría expansiva a aquellos que esperan la liberación de Israel. José ofrece sus humildes presentes. María ofrece la gloria de sus privilegios que Ella cubre con el velo de su obediencia y su heroica aceptación de los dolores que le son anunciados. Jesús se da por entero: los sacrificios de toda su vida, hasta la suprema humillación del Calvario están condensados en la ofrenda que hace de sí mismo a su Padre.
«¡Ecce venio! – Es que vengo», dice Él. ¡Y yo también, oh dulce Cordero, heme! El amor del cual soy testigo en este misterio de vuestra Presentación, triunfa sobre mi egoísmo. De aquello que quiero daros, nada escojo. Escoged Vos mismo; o mejor, no escojáis nada, mas tomad todo, pues todo es vuestro, así lo quiero. Despojarme por Vosotros, esta es mi alegría, dulzura, verdad y única felicidad.
Oh dulce Cordero, tomad mi espíritu con todos sus pensamientos. Atraedlo hacia vuestras infinitas perfecciones, para que las contemple sin cesar. Tomad mi voluntad, con todas sus resoluciones. Sometedla, sin reserva, a vuestro poder adorable y tornadla dócil a todas las mociones de vuestra santa gracia. Tomad mi corazón con todos sus afectos. Tornaos su maestro, el único Dios de este santuario tantas veces profanado por ídolos engañadores. Tomad mis pasiones y transformad estos enemigos de mi perfección en esclavos afectos a solo temer vuestros juzgamientos.
Tomad mis sentidos, tomad mi vida. Solo deseo permanecer en este mundo para amaros y serviros, estando dispuesto a dejarlo si es de vuestro agrado. Si yo me he olvidado algo, apresaos en tomarlo, mi buen Jesús, pues retuve por demasiado tiempo aquello que os pertenecía. ¡Hoy, me doy todo; tomadme por entero! (Pe. Jacques-Marie-Louis Monsabré, OP. Petites méditations pour la récitation du Rosaire)
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