Madrid (Lunes, 17-03-2014, Gaudium Press) El Profesor y sacerdote D. Juan Carlos Carvajal ha sido el ponente en la XIV Jornada Diocesana de Apostolado Seglar de Madrid, que ha presidido en el Colegio de los Sagrados Corazones el Cardenal Arzobispo, D. Antonio María Rouco Varela.
P. Carvajal Blanco |
Asistieron también el Obispo auxiliar y presidente de la Comisión Episcopal de Educación y Catequesis, D. César Franco Martínez, el Secretario General de la Delegación de Apostolado Seglar, D. Rafael Serrano Castro, los integrantes de la Mesa Redonda: Doña Irene Szumlakowski, Don Alfredo Dagnino y Don Eugenio Nasarre, así como los miembros del Equipo de la Delegación de Apostolado Seglar integrado por representantes de las Vicarías II, IV, V, VI y VIII y miembros de Acción Católica General, Camino Neocatecumenal, Cursillos de Cristiandad, Comunión y Liberación, Movimiento Apostólico de Schoesntatt, Heraldos del Evangelio, Hermandades del Trabajo, Comunidad de San Egidio, Sociedad de San Vicente de Paul, Domus Marie, Focolares, y Grupos Católicos Loyola.
El numeroso público compuesto por laicos de varias parroquias de Madrid y por miembros de movimientos, asociaciones y realidades apostólicas diversas, escucharon con atención la exposición del ponente. Luego dio lugar a varias preguntas y en las reuniones por grupos se debatió ampliamente el contenido de la conferencia.
Don Juan Carlos Carvajal hizo un resumen de la Exhortación Apostólica «Evangelii Gaudium» del Papa Francisco y recordó que «la Iglesia está llamada a intensificar su acción misionera debiendo vivir la alegría de la misión evangelizadora. La exhortación Evangelii Gaudium del papa Francisco tiene un sentido programático quiere invitarnos a una nueva etapa evangelizadora llena de fervor y dinamismo misionero. Estamos ante una impostergable renovación eclesial. El motivo es que, hoy por hoy, hay un espíritu en los cristianos y unas estructuras eclesiales que están condicionando el dinamismo evangelizador de la Iglesia. Es preciso, por tanto avanzar en un auténtico proceso de conversión que afecte a toda la Iglesia» lo que conlleva una «conversión, ciertamente, de estructuras eclesiales. Pero una conversión que pasa por la conversión de todos los cristianos en sus diferentes ministerios. Una conversión que se produzca desde el corazón del Evangelio y a través de la asunción de un renovado dinamismo misionero».
Alegría cristiana
El Profesor de la Universidad Eclesiástica de San Dámaso de Madrid hizo énfasis en su exposición sobre el tema de la alegría señalando que «La primera motivación para evangelizar es el amor de Jesús que hemos recibido, esa experiencia de ser salvados por Él que nos mueve a amarlo siempre más. Pero ¿qué amor es ese que no siente la necesidad de hablar del ser amado, de mostrarlo, de hacerlo conocer? El encuentro con el amor de Jesús es un encuentro real, no imaginario que nos lleva a unirnos más a Él, a su persona y, ¡ojo!, a su misión, porque Él es el enviado (cf. Jn 5,23): el que cumple la misión salvífica que el Padre le ha encomendado, lo que debe llevar a desear que otros le conozcan y participen de su amor. Y la alegría es el signo de ese dinamismo. Una verdadera alegría no se confunde con la risa fácil; tampoco con el regocijo de un placer consumido, porque la alegría cristiana es una participación de la alegría del propio Jesús, una alegría sencilla aunque profunda, porque nace de lo más hondo del corazón. Es una alegría vivida en la cotidianidad de la vida, pero que apunta a la plenitud de Dios.
Una alegría que, en virtud de la esperanza de la salvación, renace constantemente en medio de los conflictos, los dolores y la soledad y una alegría que brota de la experiencia que de la obra divina hacemos en nuestra humanidad. El encuentro con Dios abre los manantiales de nuestro corazón y nos transforma, nos asemeja a Jesús al darnos a participar de su experiencia filial y, gozosos, nos hace salir de nosotros mismos para comunicárselo a los otros. Por eso resulta algo insólito que hoy, en la mayoría de los creyentes y comunidades, se haya truncado este dinamismo misionero».
Para el Padre Carvajal «en el centro de nuestra época está el ídolo del dinero, un ídolo que tiene como único criterio el interés y el máximo beneficio, un ídolo que promueve de un modo exacerbado el consumo (el bienestar nos anestesia), un ídolo que no busca servir al ser humano sino servirse de él hasta aplastarle. Lo que produce un ser humano reducido a productor-consumidor, un ser humano reducido, él mismo, a objeto de usar y tirar hasta llegar a ser un excluido. Y por eso vivimos una profunda crisis antropológica en la que se da una globalización de la indiferencia: cerrados a la alteridad y en donde se recela de la ética, como si fuera un freno a la libertad y se rechaza a Dios como alguien peligroso ya que llama al hombre a comprometerse por una realización que está fuera del mercado».
La dulzura y el respeto en la evangelización
El P. Carvajal se preguntó cuál debe ser la actitud del que evangeliza: «¿Cómo significar la ternura de Dios hacia nuestro interlocutor? Con un estilo determinado que tenga dulzura y respeto porque entramos en terreno sagrado. En paz, sin violentar: porque un signo de la presencia de Dios es la paz, venciendo el mal con bien (…) porque el bien es a lo que aspira todo hombre. Además con humildad: porque solo somos unos pobres servidores. El discípulo sabe que Jesús está presente en la tarea misionera y porque la misión sigue siendo suya y de su Espíritu. Nosotros solo somos misioneros unidos a Él. Al ser discípulos nos hacemos misioneros y al ser misioneros somos discípulos de Él y sabe también el otro siempre es el rostro de Dios y sabe que su entrega nunca es estéril porque Dios es el que la hace fructificar. Nuestra entrega es gratuita si pretender ver resultados pero Dios, que es el Señor de la viña, la hará fructificar como quiere, cuando quiere y donde quiere y esto nos lleva a descansar en Él para poner en Él nuestros afanes».
Invitó por último el Profesor Carvajal a los asistentes a la XIV Jornada Diocesana de Apostolado Seglar de Madrid a ser: «audaces y creativos en esta tarea de repensar los objetivos, las estructuras, el estilo y los métodos evangelizadores de las propias comunidades. Una postulación de los fines sin una adecuada búsqueda comunitaria de los medios para alcanzarlos está condenada a convertirse en mera fantasía. Exhorto a todos a aplicar con generosidad y valentía las orientaciones de este documento, sin prohibiciones ni miedos. Lo importante es no caminar solos, contar siempre con los hermanos y especialmente con la guía de los obispos, en un sabio y realista discernimiento pastoral».
Gaudium Press / José Alberto Rugeles
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