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Río de Janeiro (Viernes, 21-03-2014, Gaudium Press) En la memoria litúrgica a San José, este miércoles 19, el Cardenal Orani João Tempesta presidió la Celebración Eucarística Solemne en la Iglesia San Pedro, localizada en Río Comprido.
En la ocasión, una procesión formada por seminaristas, padres formadores de los seminarios, miembros del clero y obispos auxiliares y eméritos conduciendo a la Imagen de Nuestra Señora Aparecida y del Padre nutricio de Nuestro Señor Jesucristo recorrió el camino del Seminario San José hasta la Iglesia.
Mons. Orani, al comentar el mensaje de las lecturas del día, resaltó tres puntos: el primero, que dice respecto a la realización de las promesas de Dios y la disponibilidad inmediata de servir al Señor a partir del momento en que se dice sí a Él.
Asimismo, el Cardenal recordó los 275 años de historia marcados por el trabajo de los seminarios, de la Pastoral Vocacional y de las parroquias en transmitir a los jóvenes un camino de consagración al servicio de la Iglesia, siendo una señal de Cristo en la sociedad.
Unido a la misión de la Arquidiócesis de Río de Janeiro en llevar adelante la Fe y los valores de Jesús, el prelado destacó un segundo aspecto:
«Vemos la misión de San José como educador, testigo de la promesa cumplida en Jesús, pero en nuestra caminata ¿cómo estamos pasando esos valores a las personas que están a nuestro alrededor?», indagó el Cardenal.
Para él, la actitud de misión, catequesis y formación de São José deben ser seguida e imitada.
En seguida, Mons. Orani habló sobre el Año Arquidiocesano de la Caridad y recordó la responsabilidad de los cristianos en medio a los desafíos de la sociedad y del mundo, y su llamado a transformar la sociedad a través del testimonio y de la vivencia de la Fe.
«El Año de la Caridad no es solo dar comida para las personas, sino fomentar el deseo de vivir la fraternidad y el amor al prójimo, responsabilidad de todos nosotros», explicó.
Sobre lo que podemos aprender con el ejemplo de San José, el prelado afirmó:
«Él supo hacer la voluntad de Dios. Dios le dio una misión, él luego la cumplió. Al mismo tiempo, fue un gran educador de Jesús, como protector de la Iglesia. Él también nos enseña que debemos educar a nuestro pueblo en la Fe». (LMI)
De la redacción Gaudium Press, con informaciones de la Arquidiócesis de Río de Janeiro.
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