Ciudad del Vaticano (Viernes, 28-04-2014, Gaudium Press) Hoy en el Aula de las Bendiciones, el Papa Francisco recibió a los 600 participantes del Curso anual del Fuero Interno que organiza la Penitenciaría Apostólica, a cuya cabeza está el Cardenal Mauro Piacenza.
Este Curso -que ya cumple un cuarto de siglo- es administrado a sacerdotes recién ordenados y a diáconos, en vista a una correcta práctica del sacramento de la Confesión.
Foto: Radio Vaticano |
En su discurso el Papa invitó a los asistentes a guardar la experiencia adquirida para ayudar cada vez más a la Iglesia y a los confesores a desempeñar «el ministerio de la misericordia, que es tan importante».
Sobre el sacramento en particular, el Papa afirmó que «en primer lugar el protagonista del ministerio de la reconciliación es el Espíritu Santo. El perdón que el sacramento confiere es la vida nueva transmitida por el Señor Resucitado a través de su Espíritu…Por lo tanto, estáis llamados a ser siempre ‘hombres del Espíritu Santo, testigos y anunciadores, alegres y fuertes, de la resurrección del Señor'».
Hay que acoger a los penitentes «no con la actitud de un juez y tampoco con la de un simple amigo, sino con la caridad de Dios… El corazón del sacerdote es un corazón que se conmueve…Si es verdad que la tradición indica el papel doble de médico y de juez de los confesores, no hay que olvidar que cómo médico está llamado a curar y como juez a absolver», señaló el Pontífice.
La administración del sacramento de la confesión es esencial en la vida de un presbítero. «Un sacerdote que no se dedica a esta parte de su ministerio… es como un pastor que no se preocupa por las ovejas que se han perdido… ¡La misericordia es el corazón del Evangelio! Es la buena nueva de que Dios nos ama, de que ama siempre al pecador y con este amor lo atrae hacia sí y lo invita a la conversión. No olvidemos que, a menudo, a los fieles les cuesta trabajo confesarse, sea por motivos prácticos, sea por la dificultad natural de confesar a otro hombre los pecados propios. Por eso es necesario trabajar sobre nosotros mismos, sobre nuestra humanidad, para que no representemos nunca un obstáculo sino para que favorezcamos siempre el acercamiento a la misericordia y al perdón. ¡La confesión no es un tribunal de condena, sino una experiencia de perdón y misericordia!».
La confesión es un don inmenso que Dios hizo a la Iglesia, «ofreciendo a los bautizados la seguridad del perdón del Padre. Por eso es muy importante que en todas las diócesis y comunidades parroquiales se preste mucha atención a la celebración de este sacramento de perdón y salvación. Es importante que en todas las parroquias los fieles sepan cuando pueden encontrar disponibles a los sacerdotes: cuando hay fidelidad, se ven los frutos», concluyó el Papa Francisco.
Con información de Radio Vaticano
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