jueves, 21 de noviembre de 2024
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Papa en el Ángelus: mientras el ciego subía a la luz, los doctores de la ley se hundían en la oscuridad

Ciudad del Vaticano (Lunes, 31-03-2014, Gaudium Press) «El Evangelio de hoy nos presenta el episodio del hombre ciego de nacimiento, a quien Jesús dona la vista»: así comenzó el Papa Francisco su meditación dominical del Ángelus, ante la multitud de peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro. Efectivamente, el evangelio del día narra la curación del ciego de nacimiento con barro y saliva de Cristo, y las posteriores discusiones que hubo a raíz del hecho. «Al final el ciego curado llega a la fe, y ésta es la gracia más grande que le viene dada por Jesús: no sólo poder ver, sino conocer a Él, ver a Él, como ‘la luz del mundo’ » (Jn 9,5), resume el Pontífice.

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Foto: Radio Vaticano

«Mientras el ciego se acerca gradualmente a la luz, los doctores de la ley al contrario se hunden cada vez más en su ceguera interior. Encerrados en su presunción, creen tener ya la luz; por esto no se abren a la verdad de Jesús. Ellos hacen todo lo posible por negar la evidencia. Ponen en duda la identidad del hombre curado; después niegan la acción de Dios en la curación, tomando como pretexto que Dios no obra el sábado; llegan incluso a dudar que aquel hombre hubiese nacido ciego. Su cerrazón a la luz se vuelve agresiva y desemboca en la expulsión del hombre curado del templo», explica el Papa.

Otro muy diferente es el camino del ciego curado por Jesús: «Expulsado del templo. El camino del ciego en cambio es un camino por etapas, que parte del conocimiento del nombre de Jesús. No conoce a otro que a Él; de hecho dice: « Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, lo puso sobre mis ojos» (v. 11). Como consecuencia de las insistentes preguntas de los doctores, primero lo considera un profeta (v. 17) y después un hombre cercano a Dios (v. 31). Luego que ha sido alejado del templo, excluido de la sociedad, Jesús lo vuelve a encontrar y le «abre los ojos» por segunda vez, revelándole la propia identidad: «Yo soy el Mesías», le dice. A este punto aquel que había sido ciego exclama: «¡Creo, Señor!» (v. 38), y se inclina ante Jesús», dice el Pontífice.

Estos dos caminos, el del ciego que camina hacia la fe, pero también el de los doctores, cuyo orgullo los enceguece, puede ser recorrido incluso por los cristianos en diferentes momentos de su vida: «Hoy estamos invitados a abrirnos a la luz de Cristo para llevar fruto a nuestra vida, para eliminar los comportamientos que no son cristianos: todos somos cristianos, pero todos nosotros, todos ¿eh?, tenemos algunas veces comportamientos no cristianos; comportamientos que son pecados ¿no? Y debemos arrepentirnos de esto y eliminar este comportamiento para caminar decididamente sobre el camino de la santidad, que tiene su inicio en el Bautismo, y en el Bautismo hemos sido iluminados, para que, como nos recuerda san Pablo, podamos comportarnos como «hijos de la luz» (Ef 5,8), con humildad, paciencia, misericordia».

Tras invitar a los presentes a preguntarse como es el corazón propio -en función del Evangelio meditado-, el Papa encomendó «a la Virgen María el camino cuaresmal, para que también nosotros, como el ciego curado, podamos con la gracia de Cristo «venir a la luz», ir más adelante en la luz y renacer a la vida nueva.

Con información de Radio Vaticano

 

 

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