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Ciudad del Vaticano (Lunes, 07-04-2014, Gaudium Press) En el Ángelus dominical, rezado por el Papa Francisco ante multitud de fieles en la Plaza de San Pedro, el Pontífice trató ampliamente sobre el Evangelio del día, que narra la resurrección de Lázaro operada por Cristo.
El Pontífice destacó inicialmente aquellas palabras de ese Evangelio que «se imprimieron para siempre en la memoria de la comunidad cristiana»: «Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente». (Jn 11,25). Por esta aseveración, «nosotros creemos que la vida de quién cree en Jesús y sigue su mandamiento, después de la muerte será transformada en una vida nueva, plena e inmortal», expresó el Papa.
Ante la tumba de Lázaro, Jesús «gritó con gran voz: ‘¡Lázaro, salí afuera!’ El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y el rostro envuelto con un sudario». «Este grito perentorio está dirigido a cada hombre, porque todos estamos marcados por la muerte, todos nosotros; es la voz de Aquel que es el dueño de la vida y quiere que todos ‘la tengan en abundancia’ (Jn 10,10)».
Jesús con su llamado milagroso a Lázaro, nos invita a todos «a dejarnos liberar de las ‘vendas’, de las ‘vendas’ del orgullo», del pecado. «El gesto de Jesús que resucita a Lázaro muestra hasta dónde puede llegar la fuerza de la Gracia de Dios, y por lo tanto, donde puede llegar nuestra conversión, nuestro cambio. Pero escuchen bien: ¡no hay ningún límite a la misericordia divina ofrecida a todos!», resalta el Papa Francisco.
Después de la oración mariana, el Pontífice recordó el vigésimo aniversario del inicio del genocidio en Ruanda, e invitó a ese país a construir su futuro sobre la roca del Evangelio. Igualmente recordó a las víctimas del terremoto que asoló la zona italiana de L’Aquila hace 5 años, e invitó a la población a la confianza en Dios la Virgen María.
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