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Arzobispo de Londrina, Brasil, explica las "Cinco luces"

Londrina (Martes, 08-04-2014, Gaudium Press) «Cinco luces» es el título del más reciente artículo de Mons. Orlando Brandes, arzobispo metropolitano de la arquidiócesis de Londrina, en el estado de Paraná, Brasil. En el texto, él presenta las cinco luces, que son las siguientes: luz física, luz divina, luz de la fe, luz de las buenas obras y luz eterna.

«Es preciso ver al Creador en las criaturas»

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Mons. Orlando Brandes

De acuerdo con el prelado, la luz física es la primera obra del Creador, la primera criatura, que ilumina, calienta y transforma. Él explica que el caos inicial se transformó en cosmos, en belleza, armonía y esplendor, gracias a la luz. Así, para el arzobispo, la luz del sol, la luna, las estrellas, la aurora, la lamparita, la electricidad, el láser, etc., son una fuerza, una energía, un dínamo que mueve protones y electrones, mueve la vida y el universo. «Es preciso ver al Creador en las criaturas».

Todavía conforme Mons. Orlando, nosotros podemos ser personas iluminadas, irradiantes, transformantes. Según él, andar en la claridad o la oscuridad, la transparencia o la oscuridad eso depende de nosotros. «Quien practica el bien, está en la luz, se torna luz. Un buen consejo es luz para los hermanos. Una persona positiva es portadora de la luz, de ánimo, de entusiasmo, de esperanza. Los valores, las ideas, los buenos proyectos son luces. Somos luceros, antorchas encendidas, fuego ardiente. Es preciso incendiar el mundo con el bien, la verdad, la justicia y la paz», completa.

La luz divina

El prelado afirma que la segunda luz, la divina, es el Espíritu Santo, la luz de lo alto, el fuego que desciende del cielo. Para él, esta luz conduce la historia, transforma vidas, dilata corazones, abre las mentes y actúa en las consciencias. Mons. Orlando resalta que el Espíritu Santo es luz del mundo que potencializa la luz natural y la sobrepasa, pues renueva la faz de la tierra, consuela a los afligidos, defiende a los débiles, actúa en los pobres, conduce a la humanidad en su desarrollo.

Ya en cuanto a la luz de la fe, el arzobispo resalta que ella es profesada en los doce artículos del Credo. De acuerdo con él, comienza como centella, pero se torna fuego, incendio, calor, y es gracias a la luz de la fe que superamos cegueras, idolatrías, ateísmos, indiferencias, incredulidades. Mons. Orlando afirma que es por la luz de la fe que podemos ver y oír la luz que viene de la Palabra de Dios y la luz del sagrario.

La luz de la fe

«La fe es luz porque ilumina nuestros caminos, decisiones, horizontes y dirección. Por la luz de la fe encontramos sentido para la vida y respuesta para los interrogantes, las dudas, los miedos. Por la fe vemos, oímos, obedecemos y tocamos en Dios. Abandonamos veredas, laberintos, desvíos y somos conducidos en la dirección y estrada correcta. Por la fe miramos la realidad con los ojos de Dios. La luz de la fe brilla siete veces más que la luz del sol», destaca.

Otra luz citada por el prelado es la luz de las buenas obras. Él evalúa que quien ama al prójimo está en la luz, y quien odia está en las tinieblas. Conforme Mons. Orlando, nuestras buenas obras son luces que glorifican a Dios, y promueven a los otros, y esta luz no se apaga, pues el bien, las buenas obras, el amor, no mueren, no desaparecen. «Todo lo que donamos nadie puede robarnos. Las buenas obras son inmortales y los buenos son luces eternas. Por las buenas obras somos luz del mundo».

Por último, el arzobispo reflexiona sobre la luz eterna, afirmando que Dios es luz, que Jesús es luz de la luz, y que Dios habita en luz inaccesible. Para él, hay un deseo innato en cada ser humano de ver la luz que es el rostro de Dios, porque ver a Dios cara a cara es la experiencia más atrayente, transformante y esplendorosa de la persona humana.

«Oído alguno oyó, ojo alguno vio, corazón alguno sintió lo que Dios preparó para los que lo aman. Gracias a la resurrección participaremos de la luz eterna. En el cielo veremos, amaremos, alabaremos, intercederemos, conviviremos en la luz de Dios y de los santos, de los electos, de los salvados. Nuestro cuerpo será todo luz», concluye. (FB)

 

 

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