Ciudad del Vaticano (Miércoles, 09-04-2014, Gaudium Press) El Cardenal Orani João Tempesta y los miembros del Comité Organizador de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), de Río de Janeiro, fueron recibidos por el Papa durante audiencia realizada en la mañana de este lunes 7 de abril.
Cardenal Orani Tempesta se encuentra con el Papa Francisco en Roma – Foto: Arquidiócesis de Río de Janeiro |
Volviendo a decir la misma frase que había dicho a Mons. Orani, durante el último Consistorio, que los brasileños «robaron» su corazón, el Santo Padre expresó su alegría al proferir su discurso:
«Cuando llegué al Brasil, en mi primer discurso oficial, dije que quería ingresar por el portal del inmenso corazón de los brasileños pidiendo permiso para golpear delicadamente a su puerta y pasar la semana con el pueblo brasileño. Aprovecho la presencia de ustedes aquí hoy para agradecerles por este ‘robo’. Muchas gracias por haberme contagiado con el entusiasmo de ustedes allá en Río de Janeiro, y por hoy ayudarme a ‘matar’ las saudades de Brasil».
Luego, el Pontífice enalteció el esfuerzo y la conducta de los voluntarios y organizadores de la JMJ y los comparó con «la dinámica de la multiplicación de los panes». «Cuando Jesús pidió a los apóstoles que diesen de comer a la multitud, estos sabían que eso era imposible. Sin embargo, fueron generosos. Dieron al Señor todo aquello que tenían. Y Jesús multiplicó sus esfuerzos. ¿No fue así que sucedió con la Jornada Mundial de la Juventud?»
Además de eso, el Papa Francisco solicitó que el «milagro» realizado durante el evento de la juventud se repita todos los días, en cada comunidad y fiel, pues «es preciso repensar en aquellas tres ideas que, en cierto sentido, resumen todo el mensaje de la Jornada Mundial de la Juventud: id, sin miedo, para servir.
«Debemos ser una ‘Iglesia en salida’, como discípulos misioneros que no tienen miedo de las dificultades», resaltó.
Al final, el Santo Padre recitó un trecho de la carta que escribió al Padre Diogo Laynez, citando a San José de Anchieta: «Nada es difícil para aquellos que aprecian en el corazón y tienen como fin único la gloria de Dios y la salvación de las almas, por las cuales no dudan en dar su vida».
«Pues es por su intercesión que les animo a seguir adelante, con alegría y coraje en la bella misión de mantener viva en el corazón de los brasileños la llama de amor por Cristo y por su Iglesia», concluyó. (LMI)
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