Nueva York (Sábado, 12-04-2014, Gaudium Press) Mons. Francis Chullikatt, Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas en Nueva York, Estados Unidos, alertó sobre las inadecuadas políticas de población propuestas para implementar el Programa de Acción de la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo (ICPD). El acercamiento planteado «parece tratar la fertilidad y el embarazo como una enfermedad que debe ser prevenida o manejada a través del gobierno o la asistencia externa», denunció el Arzobispo.
La Santa Sede pidió una orientación integral a los problemas de población y no enfocarse en políticas de reducción de la fertilidad. Foto: Julian Rotela Rosow. |
«Un acercamiento más sensible debería enfocarse menos en reducir la fertilidad y más en programas y valores que apoyen el desarrollo humano integral», propuso el prelado en nombre de la Santa Sede. Las políticas antinatalistas resultan para la Iglesia contrarias a la situación actual evidenciada en reportes de la misma Organización de Naciones Unidas. «De acuerdo al reporte del Secretario General, no menos de 80 países ahora registran una tasa de fertilidad por debajo del nivel de reemplazo», advirtió Mons. Chullikatt. Esto quiere decir que dichas naciones no podrán reemplazar a sus habitantes actuales y comenzarán a decrecer, con serias consecuencias sociales.
El Observador Permanente recordó que los sistemas de apoyo a la población de edad avanzada sólo pueden sostenerse si hay una generación posterior más numerosa o si se produce un apoyo directo de la familia entre las diferentes generaciones. «El insostenible fenómeno de las poblaciones que envejecen sólo puede ser resuelto promoviendo la familia y la fertilidad», afirmó el Arzobispo.
Manipulación en favor del aborto.
La Santa Sede también manifestó su preocupación por la «promoción de los llamados ‘derechos’ sexuales y reproductivos», realizada en el documento de manera insistente, «casi hasta la exclusión de cualquier otro asunto». Esta mención se realiza, según Mons. Chullikatt como una «inapropiada toma del Programa de Acción de la ICPD» para «promover la legalización o liberalización de las leyes de aborto, ya sea por parte de Estados Miembros o algunas agencias de la ONU». Esta maniobra contradice las directivas del propio Programa de Acción – que no promueve el aborto sino que rechaza que se emplee como medida de control natal -, de la ICPD que afirma no haber creado ‘derecho’ alguno en esta materia y la voluntad de la totalidad de Estados reunidos en El Cairo, quienes afirmaron que «los Gobiernos deberían ayudar a las mujeres a evitar el recurso al aborto».
El Arzobispo recordó que la posición de la Santa Sede continúa siendo la de rechazar decididamente el aborto, como lo expresó recientemente el Papa Francisco, al afirmar que los niños no nacidos son amados por la Iglesia y reconocidos como vulnerables, «los más indefensos e inocentes entre nosotros (…) No se puede esperar que la Iglesia cambie su posición en esta materia… No es ‘progresivo’ intentar resolver problemas mediante la eliminación de una vida humana».
La Santa Sede pidió que la prioridad de las políticas de población se dirija hacia el desarrollo personal, social y espiritual y a garantizar «el acceso a la educación, las oportunidades económicas, la estabilidad política, servicios básicos de salud y apoyo para la familia». La Iglesia, por su parte, continuará su trabajo para aliviar la pobreza, fomentar los derechos humanos y el desarrollo, demostrando que «el cuidado y compasión por el pobre, en lugar de enfocarse en la reducción de la fertilidad, sirve como modelo para un acercamiento al desarrollo verdaderamente centrado en el ser humano».
Con información de Misión Permanente de la Santa Sede ante la Organización de las Naciones Unidas.
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