París (Sábado, 12-04-2014, Gaudium Press) Los fieles católicos en París, Francia, tienen un privilegio especial durante Cuaresma y Semana Santa: el de venerar de cerca cada viernes varias reliquias que la tradición afirma que corresponden a la Pasión de Jesucristo. Entre ellas, se destaca la Santa Corona de Espinas, «la más preciosa y la más reverenciada» de las reliquias, que incluyen una pieza y un clavo de la Santa Cruz. Los tesoros religiosos, confiados al cuidado de los Caballeros del Santo Sepulcro de Jerusalén, son expuestos a los fieles, quienes pueden besar los relicarios como muestra de afecto por el sacrificio salvador de Jesús.
La Santa Corona de Espinas es preservada en un relicario transparente y constituye el tesoro más preciado de la Catedrla. Fotos: Sociedad Henri-Marie Boudon y Godong/Catedral de Notre Dame. |
«Esta práctica unifica a los creyentes en la contemplación del misterio de la Pascua, que es el origen de su fe», explica la Catedral en la presentación de la solemne actividad. Los elementos sagrados de la crucifixión constituyen «la expresión del amor sin límites de Cristo por los hombres y su solidaridad con su sufrimiento». Las reliquias de la Pasión son expuestos a las tres de la tarde, hora a la que murió Jesucristo, los viernes de Cuaresma y el primer viernes de cada mes. El Viernes Santo, 18 de abril, la veneración podrá realizarse desde las 10 de la mañana hasta las 05 de la tarde.
La Santa Corona que conserva la Catedral de Notre Dame es el atado de ramas de 21 centímetros de diámetro al cual se fijaron las Espinas, setenta en total. Las espinas fueron divididas en el paso de los siglos entre los emperadores bizantinos y los reyes de Francia. La reliquia es mencionada ya en el siglo IV, y se describe su ubicación en la Basílica de Sión, con alusiones en textos del años 570 y 870. La reliquia setrasladóó a Constantinopla del siglo VII al siglo X, para resguardarla durante las invasiones persas. Durante una grave crisis económica del imperio, la Santa Corona pasó al poder de prestamistas de Venecia, de donde fue recuperada por el rey San Luis de Francia, quien pagó las deudas para poder poseer el objeto sagrado.
El Santo rey, vestido con una túnica blanca y los pies descalzos, introdujo la Santa Corona y las otras reliquias en la Catedral de París antes de llevarlas a la capilla de palacio. Las reliquias de la Pasión permanecieron bajo custodia del rey de Francia hasta la revolución, cuando fueron guardadas en la Biblioteca Nacional. Tras el Concordato de 1801, las reliquias regresaron a la Iglesia y quedaron resguardadas en la Catedral de Notre Dame, donde son veneradas por los canónigos y vigiladas por los Caballeros del Santo Sepulcro.
Con información de Catedral de Notre Dame de París.
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