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Arzobispo de Porto Alegre, Brasil: "La gracia de la Pascua devuelve la inocencia a los pecadores, la alegría a los afligidos"

Porto Alegre (Lunes, 21-04-2014, Gaudium Press) El arzobispo metropolitano de la Arquidiócesis de Porto Alegre, Brasil, Mons. Jaime Spengler, ha escrito un artículo sobre la Pascua. Al inicio de su reflexión, él afirma que la fiesta de la Pascua marca la historia del pueblo de Dios, una historia de liberación y de vida: los esclavos son liberados y los muertos son rescatados.

 

 

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Encuentro del Resucitado con la Magdalena –

Fresco en la Basílica del Rosario, Caieiras, Brasil

De acuerdo con el prelado, en la noche de la Pascua la comunidad cristiana se reúne alrededor del fuego para cantar la victoria de la vida sobre la muerte, de la liberación sobre la esclavitud. Él además recuerda que alrededor del fuego la comunidad canta: «Es la noche, en que sacasteis de Egipto a nuestros padres, los hijos de Israel, a quien hicisteis transponer el Mar Rojo a pie enjuto… Es la noche en que Cristo, quebrando los vínculos de la muerte, sale victorioso del sepulcro… Noche en que el cielo se une a la tierra, y el hombre con Dios se encuentra».

Mons. Jaime explica que el himno describe dos etapas importantes de la historia del Pueblo de Dios: la primera dice respecto a la liberación del pueblo, bajo la orientación de Moisés, de las amarras de Egipto; y la segunda celebra la victoria de Cristo de las amarras de la muerte.

«Algo nuevo está sucediendo…»

Además de eso, resalta el arzobispo, la victoria de Cristo sobre la muerte es narrada por los cuatro evangelistas, expresando la realidad inusitada vivida por aquellos hombres y mujeres, discípulos de la primera hora. Para Mons. Jaime, se trata de una experiencia realizada por los discípulos de Jesús, marcada por desconciertos, interrogantes, anhelos, incertezas y por el dolor de la muerte, pues ellos lloran la separación del Maestro y no consiguen olvidar su persona, su predicación y sus hechos.

«Al mismo tiempo, en diferentes situaciones y movimientos, ellos van percibiendo que algo nuevo está sucediendo, que la presencia del Señor se hace sentir y ver de otro modo, que Él está vivo. Él continúa hablándoles. Les concedió la posibilidad de verlo y tocarlo. Él camina y come con ellos. Todo eso dice de una experiencia totalmente nueva, que sobrepasaba los horizontes habituales de la experiencia y, no obstante, para los discípulos era totalmente nueva e incontestable», completa.

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Otra cuestión abordada por el prelado es que el hecho inesperado de la crucifixión y muerte de Jesús fue algo difícil de ser asimilado; fue necesario releer las Escrituras de modo nuevo. A su vez, el arzobispo afirma que hoy el hecho del reencuentro con el Maestro también precisa ser visto a partir de una nueva lectura de la Escritura. Según él, los pocos testigos escogidos hablan de un acontecimiento tan distinto y real, tan poderoso al manifestarse a ellos que toda la duda se desvanecía. «Y ellos, con un coraje absolutamente nuevo, no tienen miedo de presentarse a la sociedad y al mundo para proclamar: Cristo verdaderamente resucitó».

Por último, Mons. Jaime resalta que nosotros, los discípulos de hoy, damos fe al testimonio de los discípulos de ayer. Para el prelado, como ellos, también nosotros, hoy, somos invitados a, en la comunidad y en comunidad, leer y releer las Escrituras.

«Así, recordando los hechos del Señor, retornando siempre y de nuevo a las Escrituras, celebrando la Sagrada Liturgia, buscando hacer nuestros los sentimientos de él, puede ser que seamos también nosotros tocados por la gracia del Encuentro con el Resucitado y, así, podamos ver la unión de cielo y tierra, el encuentro del hombre y Dios, pues la gracia de la Pascua expulsa el crimen y lava las culpas, devuelve la inocencia a los pecadores, la alegría a los afligidos, disipa el odio, prepara la concordia, desarma los imperios», concluye el arzobispo, ¡deseando a todos una feliz y bendecida Pascua! (FB)

 

 

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