Redacción (Martes, 22-04-2014, Gaudium Press) «¡Reina del Cielo, alégrate!», canta el pueblo católico a la Santísima Virgen María en el tiempo pascual, siguiendo una tradición cuya práctica habitual se remonta al siglo XII y que fue extendida por la comunidad de los Franciscanos. Como muchas oraciones, las primeras palabras que la componen le dan su nombre, que la Iglesia recuerda aún en su latín original: Regina Coeli.
Esta antífona mariana es uno de los cuatro himnos del tiempo de Pascua que se incluyen en la Liturgia de las Horas, y que se rezan desde el Sábado Santo, víspera de la Resurrección del Señor, hasta el domingo después de Pentecostés. Hace parte de la oración litúgica nocturna llamada Completas. Su brevedad y sencillez, además de su hermoso significado teológico, hacen de esta oración una de las más bellas expresiones de la alegría pascual.
El mismo inicio de la oración encierra un misterio de fe que es contemplado también en el Santo Rosario, como cúspide de los Misterios Gloriosos: La Coronación de la Santísima Virgen como Reina y Señora de todo lo creado. Esta «Reina del Cielo» es a quien se dirige la Iglesia para felicitarla por la Resurrección de su Hijo Jesucristo, siendo ella quien, por naturaleza materna y virtud sobrenatural, sufrió con mayor intensidad y unión la tragedia de la Pasión y Muerte de Jesús.
Se desconoce el origen del Regina Coeli, pero una bella tradición lo atribuye a San Gregorio Magno, Pontífice y Doctor de la Iglesia, quien habría escuchado los primeros tres versos de la boca de los ángeles mientras hacía una realizaba procesión descalzo por las calles de Roma. A la composición celestial el Santo Papa habría añadido únicamente la cuarta frase de la oración: «Ruega por nosotros a Dios».
La antífona original es adaptada para ser recitada como oración, de una forma similar a la del Ángelus, tomando su forma presente y agregando una oración final:
V. Alégrate, Reina del cielo. Aleluya.
R. Porque el que mereciste llevar en tu seno. Aleluya.
V. Ha resucitado, según predijo. Aleluya.
R. Ruega por nosotros a Dios. Aleluya.
V. Gózate y alégrate, Virgen María. Aleluya.
R. Porque ha resucitado Dios verdaderamente. Aleluya.
V. Oremos: Oh Dios que por la Resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, te has dignado dar la alegría al mundo, concédenos por su Madre, la Virgen María, alcanzar el gozo de la vida eterna. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor.
R. Amén.
Con información de Universidad de Dayton y Catholic Culture.
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