Nuevo Hamburgo – Río Grande del Sur (Viernes, 25-04-2014, Gaudium Press) En uno de sus más recientes artículos, Mons. Zeno Hastenteufel, obispo de la diócesis de Nuevo Hamburgo, en Río Grande del Sur, Brasil, hace una reflexión sobre el próximo domingo, el segundo del Tiempo Pascual, cuando el Evangelio dice: «Ocho días después, el Señor apareció de nuevo». Según el prelado, es el domingo de la Divina Misericordia, cuando el Señor resucitado perdona al pobre Tomás, que se reconoce pecador, por no haber creído en la resurrección.
De acuerdo con el obispo, fue el Papa Juan Pablo II quien instituyó este Domingo de la Divina Misericordia a partir de las revelaciones hechas a Santa Faustina Kowalska. Mons. Hastenteufel explica que fue en la víspera de este domingo que Juan Pablo II falleció, el día 2 de abril de 2005, y, ahora, será en este domingo cuando él, junto con el Papa Juan XXIII, será canonizado, en una de las mayores celebraciones en la Plaza de San Pedro.
Señor de la Divina Misericordia. |
El prelado además destaca que, a su vez, fue el Papa Juan XXIII, electo en octubre de 1958, quien el 25 de enero de 1959 convocó el Concilio Vaticano II y personalmente abrió este gran acontecimiento de la Iglesia el 11 de octubre de 1962. «Fue el Papa que tuvo el coraje de abrir puertas y ventanas (de la Iglesia) y dejó el Espíritu Santo entrar, airear, renovar y transformar la vida de la Iglesia», afirma.
Agrega que el Papa Juan Pablo II, electo el 16 de octubre de 1978, quien vino de lejos, con la experiencia de una convivencia terrible con el comunismo, trabajó 27 años en la aplicación del Concilio y en la publicación de libros indispensables, como el nuevo Código de Derecho Canónico (1983) y el Catecismo de la Iglesia Católica (1992).
«Y ahora, en este domingo, nuestro Papa Francisco que está revolucionando la Iglesia con su discurso directo y fuerte en favor de una nueva evangelización y por la vivencia del Concilio Vaticano II, a partir de un mayor despojamiento y de una búsqueda misionera de todos aquellos que se alejaron de la vivencia cristiana, va canonizar estos dos grandes predecesores», resalta.
Santa Faustina Kowalska. |
Mons. Hastenteufel resalta que la Iglesia del Papa Francisco quiere tener un rostro alegre como el de San Juan XXIII y un corazón misericordioso, enteramente dirigido al Señor, como el de San Juan Pablo II. Para el obispo, los nuevos santos apuntan para la alegría y para la misericordia, y solo será capaz de imitarlos quien se lanza de cuerpo y alma a la vivencia del Concilio y asumir el mandato del Señor: «Id al mundo entero y haced discípulos míos todos los pueblos» (Mt 28,19).
Por último, el prelado enfatiza que la liturgia de este domingo nos presenta el ideal de los primeros cristianos: «Ellos eran perseverantes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión fraterna, en la fracción del pan y en las oraciones» (At 2,42). Ya el evangelio, conforme el obispo, nos recuerda la escena de Tomás, en que el Cristo resucitado aparece por segunda vez, lo llama, cae de rodillas y dice: «Mi Señor y mi Dios». (FB)
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