No importó la distancia, ni las horas de viaje,todos querían conseguir el primer puesto ante aquella multitud / Foto: Paul Haring – CNS. |
Redacción (Lunes, 28-09-2014, Gaudium Press) Eran las 6:00 de la mañana del pasado domingo 27 en Roma y la Vía de ‘La Conciliazione’ -aquella que une a la Ciudad del Vaticano con la Ciudad Eterna- estaba a repletar. Miles de peregrinos, que habían pasado la noche en vela o dormido de manera improvisada en las calles aledañas al Castillo de Sant’Angelo, por fin lograban entrar a la Plaza de San Pedro para ser testigos de primera mano de un acontecimiento histórico para la Iglesia Católica: la canonización de los pontífices Juan XXIII y Juan Pablo II, en una ceremonia que presidió el Papa Francisco y contó con la presencia del Papa Emérito Benedicto XVI.
No importó la distancia, ni las horas de viaje -muchos volaron en avión miles de kilómetros, otros recorrieron varios más en tren o en barco, y algunos decidieron hacer el trayecto a pie o incluso en caballos, como los caballeros polacos que desde su país llegaron a Roma (ver noticia anterior)-, todos querían conseguir el primer puesto ante aquella multitud.
Ambiente de la Plaza de San Pedro durante la Canonización de los Pontífices / Foto: News.va. |
Una joven francesa, quien fue entrevistada por el portal católico Catholic Link, logró ser la primera del mar de gente en ingresar a la Plaza de San Pedro. «Ser la primera en la fila es muy bueno, porque vamos a ser los primeros en la Plaza y vamos a ver al Papa», comentó al medio de comunicación virtual en un fluido español.
Otros, por el contrario, decidieron pasar las horas previas a la canonización en las iglesias aledañas al Vaticano, que celebraban la «Noche Blanca» con vigilias en Adoración Eucarística, en preparación al gran acontecimiento (ver noticia anterior).
Para muchos fue un ambiente que recordó las Jornadas Mundiales de la Juventud, tal como comentó a Radio vaticano un peregrino procedente de España: «recuerda las jornadas mundiales, Juan Pablo II, quien fue que las creó, sigue moviendo esas masas».
Eran diversidad de nacionalidades las que aquella mañana se dieron cita en la plaza vaticana, la misma que aún guarda en su memoria las innumerables bendiciones que dieron en vida los nuevos santos. Cada peregrino llegó allí con una historia de amistad o de gratitud con los nuevos santos: San Juan XXIII y San Juan Pablo II.
«Es un día grande para celebrar, venimos aquí a celebrar para que se note que es una gran alegría», comentó a Radio Vaticano otra peregrina, también procedente de España.
Con información de Catholic Link y Radio Vaticano.
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