Ciudad del Vaticano (Viernes, 02-05-2014, Gaudium Press) El Pontificio Consejo para la Cultura y la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos elaboraron un cuestionario de 40 preguntas y un texto de acompañamiento sobre el valor de la música sacra que busca establecer cómo se fomenta y prepara en las Iglesias locales. Las respuestas a dicho documento fueron recolectadas hasta el pasado 30 de abril y los cuestionarios fueron elaborados en inglés, francés, italiano, español y portugués.
El cuestionario
La música litúrgica debe prepararse adecuadamente para servir a su elevada función. Foto: Saint Anselm College. |
Entre los aspectos consultados se destacan la formación de los especialistas dedicados a la música litúrgica, el conocimiento y cuidado del patrimonio musical, una breve sección sobre música contemporánea, y la selección, composición y práctica en las festividades, sacramentos y la vida cotidiana de la Iglesia. Algunos aspectos prácticos como la acústica de los templos y la presencia de instrumentos idóneos también fueron indagados, como indicadores del esfuerzo en emplear la música en el culto divino.
Preguntas de relevancia motivan una interesante reflexión: «En los proyectos de nuevas iglesias, ¿está previsto un espacio para el coro? ¿Se tienen en cuenta las exigencias acústicas?», consultan los dicasterios, en el numeral 34. «¿Existen orientaciones para los autores y aquéllos que están llamados a realizar las nuevas composiciones?» (numeral 27). «¿Se tiene cuidado al escoger y ejecutar melodías adaptadas para hacer resaltar la belleza y la eficacia pastoral de los diversos rituales?» (numeral 16). «En los días festivos, ¿se usa el canto gregoriano en el propio de la liturgia?» (numeral 8).
Los dicasterios consultaron sobre la existencia de instituciones que se dediquen al cuidado y promoción de la música sacra, la formación profesional y espiritual de los artistas, así como sobre la celebración de conciertos (como los de música de órgano, y la presencia de este instrumento en los principales templos) y otras formas de fomentar un mayor conocimiento y destreza en esta disciplina artística.
El carácter sagrado de la música litúrgica
La música, como todos los demás elementos que aportan a la liturgia, debe manifestar sacralidad y belleza. Foto: Gustavo Kralj / Gaudium Press. |
«Del mismo modo que la liturgia, la música sacra debe aspirar a una noble belleza», recordó el texto complementario que acompaña el cuestionario. «De hecho, como toda auténtica obra de arte musical es capaz de purificarnos, elevarnos, hacernos advertir la grandeza y la belleza de Dios, así la música sacra, suscitando vivo estupor, favoreciendo la contemplación, y despertando un íntimo deseo de encontrar al Señor resucitado, abre a los fieles a la acción salvífica de la gracia de Dios invitándolos a corresponder a su amor».
Los dicasterios, inspirados en la Instrucción Musicam Sacram de 1967, recomendaron un especial cuidado al seleccionar la música que corresponda a la identidad de la liturgia. «Belleza e inspiración religiosa no garantizan, de hecho, una plena correspondencia con las exigencias del rito, y la acción litúrgica requiere que la música dedicada a ella posea el requisito de una
manifiesta sacralidad», afirma el documento.
Aspectos de la conservación y el uso del patrimonio musical de la Iglesia fueron incluidos en el cuestionario. Foto: Wally Gobetz. |
Los dicasterios también rechazaron influencias no católicas como la instrumentalización «de música de impronta minimalista definida ‘música ambiental’ o new age» empleada en ciertos lugares como una pretendida ayuda a la oración. Este uso, advierte el texto, «no determina estados de ánimo concordes con la oración personal», ya que «suscita estados de conciencia en cierto modo artificiosos e inadecuados .
«La música litúrgica no induce al silencio pero conduce a él; por tanto, ella acoge como don y fruto de la gracia lo que la música ambiental consigue por medio de un mero esfuerzo humano»; expone el texto complementario a la encuesta. «Predisponiendo el alma a la acogida del silencio sacro, y custodiando con cuidado este privilegiado lugar de encuentro entre Dios y la persona, la música sacra guía al individuo y a la entera comunidad a la plena intimidad con Cristo, donde la oración se hace adoración y canto de alabanza».
El documento finaliza recordando la expresión de los misterios sagrados que se realiza a través de arte, como ayuda a la solemnidad y profundidad del culto divino. «Fundiéndose armoniosamente con los gestos, las imágenes, los perfumes, los colores y cualquier otro signo propio del lenguaje litúrgico, también la música participa de aquella belleza simple, noble y trascendente que puede tocar la mente, el espíritu y el corazón, y suscitar estupor, deseo de Dios y caridad hacia el prójimo», concluye.
Con información de Pontificio Consejo para la Cultura.
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