domingo, 24 de noviembre de 2024
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La victoria de Jesús lleva también al arrepentimiento y a la conversión: obispo de Formosa, Argentina

Formosa (Jueves, 08-05-2014 Gaudium Press)  Mons. Vicente Conejero Gallego, obispo de Formosa, Argentina, afirmó que «el misterio pascual de Jesucristo debe ir realizándose y completándose en cada uno de nosotros, en nuestras familias, en nuestras comunidades eclesiales, en la sociedad y en toda la humanidad».

De esta manera, un cristiano que realmente viva el misterio de la muerte y resurrección de Cristo, no se atemoriza por grandes que «sean los enemigos, las tentaciones y los desafíos actuales», porque «la esperanza y la alegría que brotan de la victoria de Cristo, y de nuestra participación en ella, son aún mayores».

«Esta es la razón -dijo el prelado- por la cual en la vigilia pascual cantamos: ‘¡Oh feliz culpa, que nos mereció tan noble y tan grande Redentor’. Ya podemos decir con certeza: Ésta es la Vida Nueva, y el comienzo de la Vida eterna».

«La victoria santa y gozosa de Jesucristo, no se queda solamente en la alegría, sino que tiene como fruto: el arrepentimiento y la conversión de nuestro corazón. De ahora en adelante, debemos llevar una Vida Nueva en Cristo Jesús, despojándonos del hombre viejo y revistiéndonos del hombre nuevo. La gracia y el don de Jesucristo nos han sido dados; ahora, debemos nosotros esforzarnos por vivir esta vida nueva con alegría y sencillez, con normalidad», resaltó.

Además, indicó el Mons. Conejero Gallego, otros frutos del misterio pascual en nuestras almas «son: la justicia y la santidad. Por eso, cada día, aún siendo mayores como Nicodemo, debemos renacer de nuevo por la fuerza del bautismo y del Espíritu».

Finalmente el prelado señaló que la reciente canonización de San Juan XXIII y de San Juan Pablo II, son «un motivo más para el aumento de nuestra alegría pascual y una razón más, para comprometernos a vivir en santidad, según el propio estado de vida» y exclamó: «¡Qué lindo es ser cristiano! ¡Qué grande y hermosa es la Iglesia Católica! ¡Qué gracia inmensa formar parte, sin merecerlo, de este Pueblo de Dios que peregrina hacia la Pascua celestial! Gracias al triunfo de Jesucristo, a la victoria de su Amor. De nuevo: ¡Felices Pascuas!».

Con información de Aica

 

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