Joinville (Jueves, 08-05-2014, Gaudium Press) Mons. Irineu Roque Scherer, Obispo de la Diócesis de Joinville, en el estado de Santa Catarina, Brasil, escribió un artículo donde hace una sentida reflexión sobre la Virgen. El prelado inicia el texto, recordando que en una de las tantas obras del Padre Zezinho, él canta: «Cómo es bonita una religión que se acuerda de la madre de Jesús». Él afirma que para nosotros cristianos el mes de mayo es considerado como el mes de María.
De acuerdo con el Obispo, este es el mes de la alegría, en el cual celebraremos con fe a la Santísima Virgen María en nuestras familias y comunidades parroquiales. Siendo ellas pequeñas o grandes, en la ciudad o la zona rural, todos se encuentran para alabar, honrar y bendecir a nuestra Madre querida. Él destaca que de ella podemos aprender mucho, pues Ella es toda revestida de la Palabra de Dios, además de ser la mujer del silencio, de la obediencia, del dolor y la alegría en el Señor. Don Bosco ya decía: «Sé devoto de María Santísima y serás ciertamente feliz».
Coronación de la Virgen Altorrelieve existente en el Duomo de Venecia |
«Es verdad amados hermanos y hermanas, es en el camino de María que aprenderemos tantas virtudes que nos ayudarán a trillar mejor el camino de la vida. María, la escogida por Dios, la Bienaventurada, mujer sin mancha de cualquier pecado, Ella es la Inmaculada, la Llena de Gracia, Madre del Hijo de Dios: Nuestro Señor Jesucristo. Mujer humilde que supo oír la voz de Dios y acoger su Palabra, ‘hágase en mí’. Pidamos a María que como una profesora nos eduque siempre más, enseñándonos a creer y a amar a su Hijo Jesús, nuestro hermano».
Otro aspecto mencionado por Mons. Irineu es que los movimientos marianos continúan firmes en la vida de la Iglesia y en la religiosidad popular. Según él, en las familias crece siempre más el número de aquellos que rezan diariamente el rosario, con la participación de todos; hay también los que rezan solo en los meses marianos o cuando reciben la visita de la Madre Peregrina; hay los que se unen y rezan el rosario en la hora del trabajo, solitos o en grupos. Además de eso, el Obispo resalta que crece gradualmente el llamado Rosario de los Hombres, que tiene por objetivo hacer que los varones sean más devotos de Nuestra Señora y propagadores del rosario.
«Ciertamente todos poseen muchos recuerdos de su devoción a María del tiempo de la infancia y la juventud con las oraciones, cánticos, flores, buenos propósitos, imagen de Nuestra Señora visitando las casas, las familias rezando juntas, invitando a los vecinos, parientes y amigos. Todo era una bella fiesta alrededor de la Madre y, sobre todo, la celebración de la Coronación de Nuestra Señora, al final del mes, con mucha oración y contemplación, en fin todo lo que ayudase a ser mejor, más humano y verdadero», afirma.
Conforme Mons. Irineu, Pablo VI, que dio a María el título oficial de «Madre de la Iglesia», desarrolló el tema en la Exhortación Apostólica sobre el Culto a la Virgen María, uno de los documentos más bonitos de su pontificado. El Papa presenta, a través de las fiestas marianas del calendario litúrgico, a María como modelo de la Iglesia, y pide que sus consideraciones de orden bíblico, litúrgico, ecuménico y antropológico sean llevadas en cuenta en la orientación de la piedad popular y en la elaboración de las nuevas oraciones marianas.
El Obispo explica que el Papa habla de María como modelo de quien sabe oír y acoger la Palabra de Dios con fe. Conforme él, esta es una misión específica de la Iglesia: escuchar, acoger, proclamar, venerar y distribuir la Palabra de Dios como pan de vida. Pablo VI también habla de María como modelo de persona orante e intercesora; como Virgen y Madre, modelo de la fecundidad de la virgen-Iglesia, que se torna madre, porque, por el bautismo, genera los hijos concebidos por la acción del Espíritu Santo; habla de María, que ofrece al Padre el Verbo encarnado, sobre todo a los pies de la Cruz, donde ella se asoció como madre al sacrificio redentor del hijo.
Por último, el Prelado afirma que Dios vio que a los hombres les gustó mucho Jesús, mientras vivió sobre la faz de la tierra y, por eso, resolvió dejarlo entre nosotros de manera mística, a través de la eucaristía, de modo que lo podemos encontrar en la misa, cuando comulgamos o, en el silencio del sagrario de nuestras iglesias. Pero, de acuerdo con Mons. Irineu, Dios también encontró un modo de dejarnos a María, incluso después que fue elevada a los cielos.
«Es a través de cada uno de nosotros, hombres o mujeres, cuando la revivimos en su simplicidad, en su fidelidad y en su amor a Dios y al prójimo. Solamente las personas simples son capaces de entender a María y su devoción, son capaces de rezar el rosario diariamente y revivirla sobre la faz de la tierra en los días actuales», concluye. (FB)
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