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Santiago (Miércoles, 14-05-2014, Gaudium Press) Con gran gozo, cientos de fieles repletaron los escaños de la Catedral Metropolitana la mañana del sábado 10 de mayo, para acompañar y ser partícipes de la celebración eucarística en la que el vicario de la Zona Oeste, presbítero Galo Fernández y el rector del Seminario Pontificio, padre Fernando Ramos, fueron consagrados Obispos de la Iglesia.
«Que la figura de Jesús el buen pastor inspire sus vidas, ya que nadie puede considerarse un pastor digno de su nombre si no se hace como Cristo por amor. Sean servidores de los hermanos por amor a Jesús, recuerden que el episcopado es un servicio, no un honor», expresó el celebrante, cardenal Ricardo Ezzati, Arzobispo de Santiago, tras la consagración de los nuevos prelados
Casi al término del oficio religioso, monseñor Galo Fernández, después de agradecer a Dios y a su familia, a su colegio y a las personas de los distintos servicios ministeriales que ha ejercido y ejerce, manifestó: «El ministerio episcopal que se me ha confiado en este día no lo considero en ningún sentido como un logro personal, un punto de llegada; es en realidad un don gratuito y una misión. Un llamado a crecer en la vocación de siervo. Espero estar a la altura de lo que Dios y la Iglesia me piden. Por ello, me confío a la oración de todos ustedes».
Y añadió: «Me siento llamado a ser Pastor de una Iglesia en salida, que procura con renovada humildad compartir con todos este tesoro que la misericordia de Dios nos ha encomendado. Un Tesoro que nuestro tiempo necesita para construir una sociedad más humana, más justa y fraterna. Donde todos puedan desplegar la riqueza de lo que son y así caminemos ya en esta tierra hacia la esperanza definitiva».
Por su parte, monseñor Ramos, se mostró muy agradecido de Dios, de su familia y de aquellas instituciones que lo han formado como sacerdote y en donde ha tenido que ejercer su ministerio. «Junto con mi familia, necesariamente tengo que mencionar a mi querido Colegio Seminario Menor. Los años vividos en el colegio han sido un gran complemento de mi vida familiar, pues allí comprendí la alegría de ser creyente y que la fe se tiene que traducir en una preocupación por la sociedad en la que vivimos, especialmente por los que más sufren la pobreza, el abandono y la soledad», dijo.
Finalmente, dedicó una sentidas palabras hacia el Seminario Pontificio donde actualmente se desempeña como rector: «16 años y medio los he pasado en su interior, primero como seminarista, después como formador y profesor, y ahora, los últimos 6 años y medio, como rector. Verdaderamente ha sido el lugar donde mi sacerdocio se ha forjado en casi todas las facetas que he tenido que desarrollar como presbítero».
Al término de la celebración los nuevos obispos recibieron un cariñoso aplauso de los fieles presentes, de sus comunidades, familiares y amigos, quienes se agolparon en largas filas para poder saludar personalmente a los recién consagrados.
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