Einsiedeln (Viernes, 23-05-2014, Gaudium Press) Mons. George Gänswein participó el pasado 18 de mayo en una peregrinación a la Abadía de Einsiedeln, organizada por la rama suiza de la asociación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada, y en la que estuvieron alrededor de 600 personas. En el marco de esta actividad, el prefecto de la Casa Pontificia se refirió a la forma como gobiernos y políticos europeos abordan las agresiones que se hacen contra los cristianos al interior de sus territorios.
«Sólo unos pocos Estados miembros de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa [OSCE ] reporta sobre los casos contra los cristianos dentro de sus fronteras , mientras que la discriminación contra otros grupos sociales se reportan regularmente», dijo Mons. Gänswein.
El Arzobispo señaló que es cierto que el informe de la OSCE sobre los crímenes de odio deja en claro que los cristianos «son a menudo blanco» de crímenes de odio. Mencionó que el informe del 2012 del Observatorio sobre Intolerancia y Discriminación contra Cristianos en Europa encontró que, de 285 crímenes contra la religión en Suecia, 250 fueron cometidos contra cristianos.
Entretanto, el prelado resaltó que mientras actos contra musulmanes o actos antisemíticos son «justamente denunciados por la midia y los políticos», lo mismo no ocurre cuando símbolos cristianos son objeto de burla o sátira blasfema en la arena pública, algo que sería «inconcebible» con relación a otros grupos.
Mons. Gänswein se refirió particularmente a actos vandálicos contra iglesias y símbolos cristianos en Italia, Alemania, Austria y Hungría, y la discriminación laboral contra este segmento en el Reino Unido y Noruega.
El Arzobispo Gänswein culpó de esa realidad a un secularismo militante que se ha desarrollado en Europa, que tiene como objetivo «silenciar a los cristianos» y «marginalizar la religión y la familia como fundamento de la sociedad, lo que es una de las principales preocupaciones de la Iglesia».
El prelado señaló que «Europa no puede sobrevivir si nosotros cortamos sus raíces cristianas, que son su alma».
Con información del National Catholic Register
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